“Vampiros nazis en plena ola de calor”
Cuando su madre le
dice que tiene que pasar el verano derritiéndose en Vega Alta, el pueblo de su
abuela, el primer pensamiento de Juan es que va a morirse de aburrimiento. Pero
la construcción de unos chalés a las afueras desentierra a una criatura
sedienta de sangre que hace que el aburrimiento a partir de ese momento sea
imposible. Lo de morirse ya es otra cosa.
Juan se enfrentará a
la amenaza vampírica junto a Eva, una gótica obesa, y Jairo, un ex niño de San
Ildefonso beato. Ante su inferioridad de condiciones decidirá utilizar la
información como arma, así que empezará a escribir en su blog todos los hechos
terribles que están ocurriendo en Vega Alta. Con esto sólo conseguirá llamar la
atención de alguien: el vampiro resucitado, que tiene un plan para Vega Alta
difícil de imaginar...
Como cada año llega el premio Minotauro, un galardón no
exento de polémica en la gran mayoría de las ocasiones, y como no podía ser
menos el título merecedor de dicho premio del pasado 2014 también viene
acompañado de cierta controversia.
Yo, particularmente, no suelo adentrarme en este tipo de
terrenos pantanosos, y centro mi tiempo y mi esfuerzo en la lectura del título
en cuestión, y respecto a este tema tengo que decir que Verano de miedo me ha resultado una lectura muy grata y que ha
mantenido mi interés durante todo el libro.
Tenemos una clásica historia de vampiros al más estilo ‘Jóvenes
Ocultos’, con cierto gusto ochenter,
y salpicado para la ocasión de un humor cañí, que para eso estamos en España,
¿no?
En Verano de miedo
podemos encontrar todos los ingredientes que han hecho del mito vampírico lo
que es hasta nuestros días: un súper vampiro, jóvenes cazadores de esta plaga,
música heavy, sangre, casquería y violencia; no podemos olvidar el componente spanish al incluir en su génesis a la
Guerra Civil española y tocar temas tan en boga últimamente como son la
corrupción política y urbanística.
Esta novela podría haber pasado desapercibida entre tanta
novedad (sin contar el premio Minotauro, claro) sin la curiosa
estructura y forma en la que Carlos
Molinero vertebra la historia a modo de entradas diarias en el blog del
protagonista, chats, emails, actas o programas de televisión, resultando de
todo ello un recurso original y que funciona
a modo de narración directa y muy ágil.
Como fallos podríamos encontrar ciertos problemas de
continuidad con respecto a las fechas de varias de las entradas de los blog-diarios
de nuestros protagonistas, o en que se nos narra una historia ambientada en el
año 2000, fecha en la que internet y demás avances informáticos no estaban tan
desarrollados y aún así nuestro protagonistas dependen de móvil de alta gama y
de internet a máxima potencia para comunicarse entre sí; otro de los puntos que
no me acaban de convencer es que la narración se intercala a veces de páginas
de relleno que particularmente no aportan nada a la trama.
Si no te pones demasiado tiquismiquis,
amigo lector, te encontrarás una novela de vampiros de acción trepidante muy
adictiva y con los suficientes giros argumentales y tonos narrativos diferentes
para no aburrirte.
Como ya comenté al principio de mi reseña, pienso que Carlos Molinero ha conseguido una más que interesante historia vampírica de terror ibérico que ha llamado mi atención, a pesar de los aspectos mejorables que contiene la novela.
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