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viernes, 30 de octubre de 2015

Especial Halloween


Mañana, día 31 de Octubre, es Halloween y en La Ventana Secreta os ofrecemos un especial en el que participan todas las personas que colaboran en el blog o han colaborado (menos una que por motivo de tiempo no ha podido).

En este artículo os damos a conocer las 5 obras literarias de terror imprescindibles para cada uno de nuestros compañeros y que os recomiendan para Halloween. 

Sabemos que con algunos estaréis de acuerdo y con otros no, es por esto que os animamos a que nos dejéis comentarios en el blog sobre vuestras 5 obras literarias de terror favoritas.

Entre todos los que comentéis en el blog y que además seáis seguidores de él, sortearemos un libro de terror y una película en dvd o bluray (esto dependerá si el ganador tiene bluray o no)

Estos serán los premios para el ganador: 

Solo envíos a España


A continuación os dejamos con este fantástico especial de Halloween.











lunes, 27 de abril de 2015

Juegos de Palabras por AC.Ojeda





Juegos de palabras por AC Ojeda (1era Parte)


Llega un momento en la vida de todo videojuego que él mismo se pregunta si debe empezar a contar historias o seguir siendo un juguete. Ese momento es el mismo en el que empieza a salir con videojuegas a la par que le crece un bigote ridículo. Ese momento tan existencial como absurdo porque pronto descubrirá que no tiene que dejar de hacer una cosa para poder hacer la otra. Sí, así es ¿No lo sabíais? Pues seguid leyendo que os cuento un poco de todo eso y mucho más en estas líneas.

Este artículo no es una reflexión decimonónica sobre el origen de  los videjuegos y su calado en nuestra sociedad. Tampoco es un tostón pedante sobre los conceptos narrativos que han ido cambiando a nuestros amigos virtuales. Es una reflexión personal, un repaso subjetivo, un escrito outsider -hecho por un borderline- sobre cómo la literatura ha influido para bien en el desarrollo de los mismos.

Algunos piensan que eso de contar historias con los videojuegos es algo novedoso y que la narrativa audiovisual la han inventado unos iluminados que han llegado en una nave espacial. Pues siento decirles que no, no es algo moderno aunque sí algo que está de moda. Estoy seguro que los títulos que mencionaré quizás no sean los más antiguos pero sí los que más me han llamado la atención mientras buceaba en un mar de documentos para preparar el artículo.

Tres años antes de que naciera este que os escribe, veían la luz unos juegos que mucho tenían que ver con la literatura: Farenheit 451 (íd, Telarium, 1984) y Sherlock (íd, Beam Software, 1984). En el caso del primer desarrollo citado se trata de una aventura gráfica alrededor de la historia que transcurre en la novela. En el caso del segundo no es más que la investigación de un crimen desde el prisma que lo harían el señor Holmes y Watson. Ambos juegos tuvieron gran repercusión en la época que se sacaron siendo proyectos demasiado ambiciosos para la época. Una prueba de que se podía llevar grandes obras de la literatura al campo interactivo.

En 1986 un grupo de valientes se atrevieron con algo que personalmente jamás me hubiera atrevido. Llegar al videojuego una obra de uno de los genios de los últimos tiempos. Piranha Games decidió adentrarse en el Mundodisco y sacar un juego de “The Colour of Magic” la novela de Terry Pratchett. Una genialidad o una locura que salió a las mil maravillas.

Siguiendo con la senda de escritores que han marcado un antes y un después en la literatura, nos tenemos que parar en el año 1987 y quedarnos en nuestro país. A cualquiera que sepa un poco sobre la historia de los videojuegos sabrá que hubo una época en la que podíamos mirar a los ojos a cualquier desarrollador extranjero sin complejos. Pues bien, en esa época nació una joya que revolucionó el mundo del desarrollo, La abadía del crimen de Paco Menéndez y Juan Delcán. Este juego está basado en la novela “El nombre de la rosa” de Umberto Eco y aún a día de hoy es considerado una de las mejores creaciones nacionales. Si no lo has probado... ¿A qué esperas?

Sin abandonar ni el año ni la procedencia, tengo que hacer una mención especial a la historia más universal de todas las que se han forjado en nuestro país. Sí, estáis en lo cierto, el Quijote también tuvo adaptación al videojuego. Los chicos de Dinamic decidieron acompañar a Alonso Quijano y Sancho Panza en sus aventuras y hacer la suya propia ¿Sería descabellado plantear una aventura sobre este hidalgo manchego con la tecnología que tenemos a día de hoy? Quién sabe si alguien se atreve a meterle mano.

Terminaré esta primera entrega de literatura en los videojuegos con otro juego patrio. En esta ocasión la historia escogida llega desde tierras lejanas y la firma un tal Julio Verne, casi nada. En 1989 ve la luz “Viaje al centro de la tierra” de Topo Soft. Otro ejemplo de que los grandes también tiene cabida en el mundo del videojuego.

Hasta aquí esta primera entrega de píxeles que antes fueron palabras. En la segunda entrega saltaremos hacia adelante en el tiempo y seguiremos mencionando grandes obras literarias que pudieron ser jugadas con un mando.

martes, 24 de marzo de 2015

La Juvenil alergia a las letras un artículo de Miguel Aguerralde



 

La juvenil alergia a las letras.
por Miguel Aguerralde


Como maestro de niños y niñas de Educación Primaria y como ponente de un taller de escritura creativa abierto a todas las edades, muchas veces me he preguntado acerca de los hábitos de lectura de nuestros jóvenes y adolescentes. Menuda pregunta, dirán ustedes.
Bueno, pues sí, me preocupan estas cosas. Me preocupan como docente y como escritor, pero también como padre y, en especial, como persona criada en un época en la que los libros y quienes los escribían tenían un valor que entre todos estamos perdiendo.

Pues resulta que encontré que mi pregunta era equivocada, y explicaré por qué. Lo que había hecho era deslizar una encuesta entre los chicos y chicas de quinto y sexto de Primaria y entre los de primero y segundo de ESO, y al revisar sus respuestas descubrí que mi enfoque del asunto no tenía razón de ser.

Y no la tenía porque pretendía concluir algo así como a qué porcentaje de niños les motivaba leer novela de aventuras frente a los que preferían romántica o terror, o si a tal edad les gustaba más Harry Potter que la saga crepusculina, si preferían leer el libro antes que ver la película, si visitaban librerías con sus padres para elegir una novela a su gusto, o si por contra los únicos libros que tenían eran los que alguien les había regalado en su último cumpleaños. Sumido en mi locura, llegué a preguntarles si tenían libros en casa, si los veían en la estantería del salón. Y para terminar, en un alarde de optimismo, la pregunta culminante era cuántos libros leían al mes. Ante sus caras de dolor y retortijón mental, tuve que cambiarlo sobre la marcha por un liberador "al año", para finalmente, con la intención de mitigar mi propio dolor, la pregunta se redujo a si habían leído algún libro en su vida que no tuviera dibujitos ni olor a chicle de manzana.

Quizá les pille por sorpresa pero dicha encuesta resultó ser tal fracaso que acabó en una triste papelera, justo al lado de mi dignidad como escritor y mi esperanza en el futuro de la raza humana. Sin embargo, me sirvió para reflexionar y llegar a alguna conclusión. Decidí cambiar el enfoque de mi propuesta y buscar, no las respuestas, sino las causas de que no las hubiera siquiera.

Recordé, ese fue mi primer paso. Recordé que cuando yo era pequeño, nuestro tiempo libre se reducía a jugar en casa o en el parque, a ver la tele con cierto comedimiento, darle caña a la consola o al ordenador, los más pudientes, y el resto pintar o tomar entre las manos alguno de esos objetos mágicos que aúnan todo lo anterior en páginas de papel manchadas con letras. Mi primera conclusión fue "jo, qué viejo soy". La siguiente fue darme cuenta de que los que encargan y descifran este tipo de encuestas y se llevan las manos a la cabeza por la caída en picado de la popularidad de los libros como objeto de ocio, tienen, cuando menos, la misma edad que yo. Así, la realidad del libro hoy significa un holocausto literario para los que crecimos con la conciencia de que las palabras novela y novelista significaban algo.

¿Y por qué? Me pregunté. ¿Por qué hoy el oficio de escritor renta menos que el de charcutero? ¿Por qué hemos dejado de leer, con lo que molaba eso?

Debo decir, como primera matización a la respuesta, que según las cifras la única literatura que aguanta, mal que bien, el tirón de la crisis más piratería más devaluación del libro como ocio de calidad por la sobreexplotación y la falta de referentes, es la novela
infantil y juvenil. Manda narices, se dirán. Claro, por los cumpleaños y por los regalos navideños, en los que un libro es socorrido, chulo, guapo y resultón, me dije yo.

Pero al menos no todo es tan gris, hay chavales que leen, y muchas más chicas que chicos, según reflejan las encuestas, y no todos se esconden en los lavabos para hacerlo. No, no todo está perdido, todavía. Así que les pasé otra encuesta. Y esta vez los resultados encajaban, tenían sentido y no pude más que bajar la cabeza ante ellos y asentir.

Primera conclusión: los jóvenes de hoy leen más, mucho más que sus mayores.
Segunda: los jóvenes de hoy leen menos de lo que podrían, porque hacen otras cosas.

No se me líen, no estoy chiflado, o al menos no tanto para no desencriptar esta incoherencia. Atiendan y asientan, como hice yo. Los adolescentes de ninguna otra época histórica han estado más expuestos que ahora a la onda expansiva de la comunicación escrita.

Libros, cuentos y revistas, por supuesto, han bajado en sus preferencias, si en términos de papel hablamos. Pero en un análisis absoluto e interformato –un palabro que no existe y cuya paternidad pido ahora mismo–, los chavales leen lo que usted y yo a su edad multiplicado por doce. Otra cosa es que entre webs, blogs, tuiters, feisbucs, instagrames, tuentis y guasapes la calidad literaria, formativa y hasta ortográfica brille y mucho por su ausencia, pero ahí están sus horas de chat y su montaña de letras, signos y patadas a la lengua para atestiguar que leer, los chiquillos leen.

Leen mierda, me podrán decir. Bueno, eso no lo he afirmado yo, y asumo que hasta en la peor de las familias alguno se equivocará y buscará en esos millones de webs a su alcance algo más que los resultados deportivos o las últimas nominaciones en la isla desierta. Porque es cierto que las letras, la lectura, está más a su alcance que nunca, entre libros y cuentos tradicionales y toda la tecnología de androides y manzanas, de mayor o menor tamaño y prestaciones, que les facilitan la adquisición de libros, pagando o no, y su lectura.

Pero es que ni con ésas, ni con parches en el ojo, que no es lo mismo descargar que leer lo descargado. Lo que me lleva a la explicación de la segunda respuesta: ¿si leen más, cómo es que leen menos?

Pues resulta bien sencillo, y con esto termino esta reflexión de perogrullo. Los jóvenes leen mucho más, como expliqué más arriba, pero leen de todo menos cuentos y novelas. No les nombre usted un libro que no tenga su película, o un clásico de esos imborrables que no lleve un famosete en la portada. Se siguen comprando novelas y se regalan muchos libros juveniles, en especial de fantasía más o menos cercana al romance. No hace falta que les muestre listas de ventas, y me alegro por compañeros como Blue Jeans o como Iría y Selene, las autoras de Los cuentos de la luna llena, que han sabido hacerse un hueco en ese próspero mercado, dentro de lo que cabe. Pero aún así se venden pocos y cada vez menos. ¿Por qué? Pues porque el mismo objeto que les damos para tenerlos localizados y entretenidos, y que debería acercarles mucho más a la lectura, es el mismo que les distrae con caramelos de colores, cortadores de sandías, ilimitados mensajes de texto gratuitos y, lo peor de todo, el Mal, su propia cámara de fotos.

Porque han de tener en cuenta que cada vez que su hijo o que su hija se autodispara una fotografía en el espejo del baño del insti o con un contrapicado imposible de incipiente escote y morritos prometedores, en algún estante del mundo un libro llora.

viernes, 13 de marzo de 2015

Las cinco mejores películas españolas por Juan Vicente Briega




Hace unos días que me propusieron esto de nombrar mis cinco películas españolas favoritas y el caso es que las tenía claras desde el principio pero no sabía por donde entrar a matar. Ahora lo tengo claro y para allá que me lanzo.
 
 1. Plácido.  
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen.”

O el gusto de ver un trabajo bien hecho de principio a fin, tan cínico, con tanta mala leche y al mismo tiempo tan entrañable. Esta genialidad sllo podía salir de la mente del mayor genio de la historia del cine español que es Luis García Berlanga y se nota, un guión delicioso y cargado de crítica social muy arriesgada para la época y con una frase final de Manuel Alexandre antológica.


  2. Atraco a las tres.  
Galindo, un infeliz soñador, trabaja como cajero en una sucursal bancaria. Cierto día, reúne a un grupo de compañeros y les expone su idea para perpetrar un atraco en la propia sucursal donde trabajan todos ellos. En principio estos no le creen, pero poco a poco Galindo les va convenciendo de la viabilidad del atraco, por lo que se disponen a cometerlo tras una preparación minuciosa...”

Ni Ocean’s Eleven ni nada, el robo "perfecto" lo dio José María Forqué reuniendo a un reparto de lujo con José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, Cassen, Agustín González, Manuel Alexandre para dar el golpe del siglo. La comedia perfecta, llevo años diciéndolo y es así, los gags funcionan como un reloj y el guión está escrito con un mimo y una inteligencia que se merece estar en este top por sus méritos.


3. Arrebato.   
José Sirgado director de películas Serie B está en crisis creativa y personal. No es capaz de consolidar su ruptura con Ana y además recibe noticias de un inquietante conocido, adicto a filmar en Super 8 y obsesionado en descubrir la esencia del cine.”

Con ella llegó el escándalo y revolucionó mi cabeza esta obra maestra de Ivan Zulueta, una terrorífica paranoia sobre el arte de hacer cine con un protagonista, un director enganchado a todo que funciona casi de manera vampírica que da mucho mal rollo. Pocas veces el cine español se ha arriesgado tanto y ha salido tan bien parado como con esta película.


4. Amanece que no es poco.  
Teodoro, un joven ingeniero profesor de la Universidad de Oklahoma, vuelve a España para disfrutar de un años sabático. Jimmy, su padre ha comprado una moto con sidecar para realizar viajes de placer, los dos juntos. Llegan a un pueblo de montaña lleno de peculiaridades que no les dejará indiferentes.”

Como veis hay mucha comedia en este top loco y en este caso estamos hablando de toda una institución de la comida surrealista, con frases tan míticas como: "Señora, les está saliendo un hombre en el bancal" o el bar donde los borrachos se emborrachan por turnos convierten a esta película en un clásico. Nunca José Luis Cuerda ha estado más cuerdo (perdonad el chiste) a pesar de estar rodeado de tanta locura.


5. Magical Girl.  
Alicia, una niña enferma, sueña con el vestido de la serie japonesa “Magical Girl Yukiko”. Luis, su padre, hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Su destino se cruza con el de Bárbara, una atractiva joven con desórdenes mentales, y con el de Damián, un profesor retirado de todo menos de su tormentoso pasado. Luis, Bárbara y Damián quedarán atrapados en una red de oscuros chantajes, en la que instintos y razón se debatirán en una trágica lucha.”

Lo sé, es muy pretencioso poner un film tan moderno en este repaso a la historia del cine español, pero lo merece, porque, y con esto vuelvo al principio,  estamos hablando de un guión perfectamente cuidado y milimetrado, que sabe hacerte esperar y soltar sus perlas en pequeñas dosis. Carlos Vermut ya me ganó con su anterior Diamond flash pero ahora riza el rizo.