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viernes, 23 de septiembre de 2016

Opinión literaria: "Las Chicas" de Emma Cline - Reseña de FJ Arcos Serrano


"Emma Cline prefiere poner el foco de atención en aquellas chicas angelicales que participaron en el crimen atroz que todos conocemos, dejando la figura de Charles Manson a un lado; Ya por este poderoso motivo no deberíais dejarla escapar."


California. Verano de 1969. Evie, una adolescente insegura y solitaria a punto de adentrarse en el incierto mundo de los adultos, se fija en un grupo de chicas en un parque: visten de un modo descuidado, van descalzas y parecen vivir felices y despreocupadas, al margen de las normas. Días después, un encuentro fortuito propiciará que una de esas chicas –Suzanne, unos años mayor que ella– la invite a acompañarlas. Viven en un rancho solitario y forman parte de una comuna que gira alrededor de Russell, músico frustrado, carismático, manipulador, líder, gurú.
Fascinada y perpleja, Evie se sumerge en una espiral de drogas psicodélicas y amor libre, de manipulación mental y sexual, que le hará perder el contacto con su familia y con el mundo exterior. Y la deriva de esa comuna que deviene secta dominada por una creciente paranoia desembocará en un acto de violencia bestial, extremo…

Pongámonos en situación: Año 1967 (conocido como el “Verano del Amor”): Jóvenes en busca de experiencias llenaron las calles de San Francisco. En la oscuridad un hombre inteligente y despiadado acechaba en busca de un tipo concreto de chica herida para poder manipularla a su antojo.
La jovencísima escritora Emma Cline debuta con una novela inspirada en las seguidoras de Charles Manson. Mientras que te vas adentrando poco a poco en esta novela, cuesta creer que se trate de un libro escrito por una chica de 25 años (el adelanto de dos millones de dólares que recibió la autora levantó unas expectativas que ahora se justifican), la cual afirma haber pasado horas y horas leyendo libros sobre el tema o viendo hasta altas horas de la madrugada vídeos de Charles Manson y todo lo relacionado con sus seguidores.  
La escritora parte de una doble línea temporal para mostrarnos los hechos, cimentados todos ellos alrededor de unas pautas de aprendizaje donde nuestra protagonista Evie siente una poderosa fascinación hacia este mundo liberal y ante el líder del grupo, un misterioso hombre llamado Russell, un diabólico trasunto de Manson que pone los pelos de punta.
Cline no busca el morbo basado en las deleznables actividades que se desarrollaban en la famosa comuna, sino que busca la complicidad del lector al mostrarnos el mundo interior de Evie a través de una magnífica radiografía donde resalta por encima de todo ello sentimientos y emociones a flor de piel. Hacía tiempo que no me encontraba en una novela tal tratado sobre la fragilidad adolescente y el tormentoso proceso de hacerse adulto.
Todo esto la escritora nos lo muestra con un variado catálogo estilístico rico en frases cortas y exultantemente poéticas (cualquiera de las partes del libro donde habla de Suzanne –una allegada del grupo- es un buen ejemplo de ello).
Sorprende que la Evie adolescente y la adulta es un personaje lleno de matices y personalidad, creando así una de esas voces singulares que sin lugar a dudas se recordará dentro de unos años. 
Una vez finalizada la lectura del libro te queda una sensación de historia muy bien hilvanada y con ese toque justo de ambición que deja con muchísimas ganas de seguirle la pista a esta joven escritora.
Una novela que debe ser leída por muchas razones, pero la principal sería que Emma Cline prefiere poner el foco de atención en aquellas chicas angelicales que participaron en el crimen atroz que todos conocemos, dejando la figura de Charles Manson a un lado; Ya por este poderoso motivo no deberíais dejarla escapar.

martes, 28 de junio de 2016

Opinión literaria: "Magistral" de Rubén Martín Giráldez - Reseña de Francisco José Arcos Serrano


“Una de las más lúcidas críticas volcadas hacia el escritor y el lector medio, lo que se traduce en una de las mejores novelas de este año”


Como para resucitar el gusto sería necesario que esta nación se hubiese tomado alguna vez en serio aquello de que nuestro cuerpo es un templo y la boca su excusado, lo más factible será ir pensando en reconstruir la lengua para poder mentir al menos sobre lo limpio que teníamos aquel palacete forrado de piel y pelos y perforado sin remedio nueve o diez veces. A lo mejor deberíamos ir pensando en cambiar un idioma que ya no sirve. Puede que haya llegado la hora de hacerle al castellano un hoyo en la hermosura y cagarle lombrices dentro hasta rellenarlo. El castellano es hoy un idioma monigotado, toca asaltar otras lenguas.

Hoy os voy a hablar (intentarlo, al menos, ya que el título en cuestión huye de cualquier definición plausible) de un libro diferente, inaudito incluso en nuestro panorama literario.
A Rubén Martín lo descubrí gracias a Menos Joven, donde nos presentaba una historia extraña como pocas (de hecho todo el libro es un locutor retransmitiendo la jugada de su personaje principal Bogdano -el cual debe cazar a sus ídolos-, todo ello subido a un caballo (¿?). 
Con Magistral vuelve a dejar ojiplático al lector con una sensación de estupor y confusión que no te abandona durante la lectura del libro ni hasta mucho tiempo después de haberlo cerrado (sin ir más lejos he necesitado unos días para asentar las ideas en mi cabeza para poder así escribir mis impresiones sobre lo que aquí nos quiere contar el escritor).
De las cosas que más valoro como lector y como reseñador es que el texto que tengo delante me remueva algo en el interior, y con Magistral, el amigo Rubén me ha dejado una sensación de caos (controlado en ocasiones, of course) intrínsecamente relacionado con la manera que tiene de jugar y estrangular el lenguaje para así ofrecernos unas páginas llenas de un peculiar juego narrativo que apabulla y sorprende a partes iguales.
Podríamos considerar que el escritor se toma este escenario bien como una broma infinita o como un despiece de esos tópicos que asolan nuestro lenguaje desde hace años.
No quiero finalizar este acercamiento a Magistral sin mencionar la edición del libro por parte de Jekyll and Jill, con uno de esos diseños interiores que juega constantemente con la estructura interna de estos alucinados pasajes; sin lugar a dudas, otra nueva muestra de lo que es capaz este pequeño sello zaragozano.  
Queda claro que Rubén Martín Giráldez va por libre en esto de la narrativa, siguiendo un camino (el suyo propio) por el que no deja títere con cabeza, potenciando un discurso nuevo y radical que no se casa con nadie.
Rubén, hijo mío: quedo rendido a tus pies con ganas de más.