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martes, 5 de julio de 2016

Opinión literaria: "La polilla en la casa del humo" de Guillem López - Reseña de Francisco José Arcos Serrano



Guillem López nos vuelve a patear donde más duele con una excelente y potente novela no apta para cualquier lector (estómagos sensibles: absténgase, por favor)


Bienvenidos al pozo, una caverna insondable con mil galerías y túneles, fortalezas pétreas cerca de la superficie y barrios profundos de nichos cavados en la roca. Este es el escenario, brutal y despiadado, en el que habita Veintiuno, un joven que pasa las horas envuelto en una nube de bok en la casa del humo, desde donde interpreta sus posibles destinos: entregar su cuerpo al dios de la mecánica y ser útil en una excavación sin fin, convertirse en un paria o, finalmente, ascender a través de los bajos fondos, pero deberá pagar un alto precio por medrar.

Hay que decir desde ya que Guillem López se sitúa entre los autores más interesantes y con mayor talento del panorama fantástico nacional.
Tras Challenger (novela coral sobre el lanzamiento del mítico transbordador espacial que acabó en desastre) el castellonense Guillem López dejó el nivel muy alto. Para servidor esa fue precisamente una de las mejores novelas del pasado curso, así que la expectación ante su nuevo material era altísima. 
Esta nueva novela (la cual cuenta con uno de los mejores títulos de este 2016) no presenta un argumento claro y definido. No existe una introducción que nos explique qué hacen exactamente los personajes que habitan en el interior de esas cavernas. Esto simplemente es un dato anecdótico ya que el escritor se las apaña de manera excepcional para mantenernos en vilo  hasta su final, uno que ya os digo que no deja indiferente a nadie.  
Es indudable que esta ‘La polilla en la casa del humo’ es una novela muy claustrofóbica donde se nos narra una especie de submundo excavado en las profundidades de la tierra en el que VIVIR es un privilegio difícil de conservar y SOÑAR con salir al exterior se convierte en un lujo que pocos o nadie se puede permitir.
Como lector no deja de sorprenderme el encontrarme un libro donde la humanidad está tan perdida que parece que estamos asistiendo a un freak show carnavalesco donde el mundo miserable que nos describe el amigo Guillem sea a la vez tan terrorífico como cercano.
Podemos ver en el personaje de 21 un reflejo de nuestra propia sociedad, donde la manipulación y la falta de remordimientos y de esa famosa “moral” de la que muchos alardean son el pilar principal de polémicos tejemanejes para así poder ascender en la escala social de esta epopeya mecánica, post-apocalíptica y desesperanzada (algo así como un trasunto de mi querida Mad Max).
Guillem López nos vuelve a patear donde más duele con una excelente y potente novela no apta para cualquier lector (estómagos sensibles: absténgase, por favor) la cual atesora momentos realmente alucinógenos gracias a una atípica narración evocadora tan poderosa como el olor a cloaca que sobrevuela por estas páginas.


martes, 2 de junio de 2015

Opinión Cinematográfica: "Mad Max: Furia en la carretara" por Rubén GIráldez




Crítica Mad Max: Furia en la carretera



Se ha hecho esperar y ha sufrido uno de los rodajes más desquiciantes de la historia del cine. Pero Mad Max: Furia en la carretera ya está arrasando en las pantallas de todo el mundo. Han pasado 30 años desde la última post apocalíptica aventura de Max Rockatansky en Más Allá de la Cúpula del Trueno y este brutal y desolado universo del cineasta George Miller ha sufrido un buen lavado de cara, además de tener a Tom Hardy (Warrior, El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace) como sustituto del duro de Mel Gibson (Bravehearth, El Patriota) en este nuevo capítulo de las (des)venturas de Max "el loco".

En esta ocasión, Max se ve implicado en un viaje para escapar de un tirano, cuando conoce a una aguerrida mujer que se lleva a las jóvenes y bellas esposas de Inmortan Joe hacia un lugar lejos de toda aquella barbarie.

Poco más contaré del argumento de Furia en la carretera. Es mejor que el espectador se deje arrastra por esta demencial persecución. Porque sí, puede que muchos critiquen la simpleza del argumento del film al tildarlo de una mera persecución. Pero esa gente no se ha parado mucho en ver TODO lo que la rodea. Además de que una película como Mad Max: Furia en la carretera no busca ser el nuevo Ciudadano Kane. Claro que tiene elementos y momentos para al reflexión, pero no hay que olvidar que quienes vemos esta película es para ver locos al volante de demenciales vehículos en un mundo post apocalíptico.

Lo cierto es que la película aún se toma su tiempo para arrancar... argumentalmente hablando. En esa primera parte descubrimos los elementos que conforman este mundo en el que la esperanza parece ser tan escasa como el agua o el combustible. Y he de decir que estas partes las disfruto demasiado... Una semana antes de visionar Furia en la carretera, me marqué un maratón de la trilogía original. Y he de admitir, que a primera vista, estas películas no son gran cosa... Claro que tenían estupendas escenas de acción para su época. Pero fallaban en demasiados puntos... Pero a medida que veías las películas te dabas cuenta de que había todo un nuevo mundo tras esas insulsas historias. ESE es el elemento que hace brillar a Mad Max. Y han hecho falta 30 años, para que Miller se haya puesto manos a la obra y nos haya dado una buena ración del universo Mad Max. La ciudadela de Inmortan Joe ya da para hablar de ella durante páginas y páginas. El propio Inmortan ya es un personaje al que destacar. Y todo lo que ha construido sobre las cenizas del viejo mundo: todo un reino y una religión con una legión de acólitos que lo siguen con fe ciega.

La religión del V8. Los Medias Vidas y sus bolsas de sangre. La Ciudad de las Balas. El Valhalla... Todo esto es parte del universo de Mad Max. Un universo y mitologías que merecen la pena explorar.

Pero esto no es un documental. Es una película de acción. Y como tal, Furia en la carretera no solo cumple, sino que se sale de lo establecido. Esta es una época en la que el buen cine de acción parece estar perdiéndose. Si se le pregunta a un aficionado al género a que te mencione buenas películas de acción contemporáneas, seguro que solo mencionan The Raid. Yo no es que se diga que sea todo un experto en la materia. Pero es cierto que apenas puedo decir unas cuantas películas de acción que me hayan hecho vibrar en el asiento en los últimos años. Dredd sí que me hizo rememorar algunos grandes momentos del cine de acción ochentero. Y es cierto que hace nada que disfruté con la acción de Kingsman y las escenas de acción comiqueras de Los Vengadores: La Era de Ultrón. Pero Mad Max: Furia en la carretera da unos cuantos pasos por delante de todas estas. Parece increíble que tras las cámaras esté un hombre de 70 años. Pero está claro que la edad y la experiencia se dan de la mano, porque Miller se ha afanado en transmitirnos esa acción adrenalítica en las escenas y planos de esta película. Pocas veces tendremos un respiro de tranquilidad. El director ha conseguido transmitirnos ese eterno peligro que sufren los personajes al vivir en ese terrible mundo. Además, hay que alabar que el hombre haya hecho que la película sea lo mínimamente digital, haciendo casi todo de manera artesanal. Logrando así un acabado final que ya quisiesen muchas otras producciones.  

La fotografía es otro de los grandes aciertos del film, logrando crear bellísimas estampas de este particular apocalipsis que se quedan demasiado grabadas en las retinas del espectador.

Vayamos con el reparto de la cinta:

Tom Hardy, a pesar de las desconfianzas de muchos nos da una nueva visión del personaje de Max. Y, aunque seguro que para ningún fan de la saga ha logrado superar a Mel Gibson, hay que alabar su trabajo al interpretar este papel. Seguimos teniendo a este duro y monosilábico justiciero haciendo lo que mejor se da. Y además, se explora aún más todos estos problemas y arrepentimientos que arrastra el personaje, traduciéndose en terribles visiones de sus fantasmas personales. Todo un acierto esta parte.

Sin duda, la que sobresale de todo el plantel es esta irreconocible Charlize Theron (Monster, Hancock). Ella es Imperator Furiosa. Mujer de confianza de Inmortan Joe que acabará traicionándola y que busca el lugar en el que nació, un Edén al que escapar de toda la locura y muerte de este nuevo mundo. Apena que al final, el proyecto de realizar una película anime que nos contase sus orígenes no viese la luz. Pero los problemas en el rodaje de Furia en la carretera lo impidieron (al menos, parece que tendremos esta génesis en formato cómic). Como su nombre bien indica, esta mujer es toda una Furia, y la actriz nos logra transmitir toda esta explosión de emociones con tan solo una mirada. No entraré en el tema del feminismo de esta película. Pero no negaré que las mujeres son MUY importantes (ellas son las representantes de la Vida, mientras que los hombres, en general, son los de la Muerte) y que Furiosa es uno de los mejores personajes femeninos de la historia del cine de acción por méritos propios.

Seguimos con un gran secundario e irreconocible Nicholas Hoult (X-Men: Primera Generación, Memorias de un Zombie Adolescente). Él da vida al Media Vida y Chico de la Guerra Nux. Que por azares del destino acabará formando parte de la odisea de Furiosa y Max. Un personaje que representa la nueva sociedad tras el apocalipsis y nos ayuda a entender este nuevo mundo. Además de ser el que sufre la mayor evolución en esta película. Sin duda, he sido testigo de la historia de un gran personaje.

Termino con Inmortan Joe, el villano de la función. Que en menos de cinco minutos nos hace olvidar a Humungus de Mad Max 2 y se corona como el mejor villano de la saga. Ya no solo por su brutal aspecto, sino también por ser un tipo que ha sabido aprovechar la hecatombe nuclear para ser, no solo el regente de la ciudadela, una especie de mesías o dios de unas desdichadas gentes que solo quieren unas gotas diarias de la preciada agua(cola) que monopoliza y comandante de una legión de fervientes y pálidos seguidores. Como curiosidad, hay que decir que el actor que da vida a Inmortan Joe es Hugh Keays-Byrne, el primer villano de la saga, Cortauñas.

Los demás personajes cumplen, aunque son esos cuatro los que más cabe destacar.

Si ya la trilogía original marcó escuela, siendo homenajeada, plagiada y parodiada hasta la saciedad. Está claro que esta película (y las siguientes que conformarán esta nueva trilogía) no será menos. Y es que el vestuario y diseño de armas y vehículos son de lo más atractivos, haciendo que no queramos nunca abandonar este rico universo.

La BSO es vibrante, épica y fantástica. Además de tener esos poderosísimos tambores y los riffs de ese alocado y invidente guitarrista (GRAN secundario) aderezando este espectáculo.

Muchos siguen preguntándose si esta película es una secuela o un reboot. Y, aunque es fácil afirmar que se trata de la continuación de Mad Max 2, no hay que olvidar que desde el minuto uno vemos al Interceptor de Max... Por suerte Miller ha dicho que no es nada de eso, simplemente ha cogido al personaje y lo ha puesto en este mundo 30 años después. Siendo esta un nuevo capítulo en la historia de Max que se desenmarca (un poco) del conjunto.

También no son pocos los que se pregunten si es necesario ver las tres anteriores películas para disfrutar de Furia en la carretera. Yo diría que no. Claro que es muy recomendable haber visto la trilogía original para no perderse ninguno de los guiños (atentos a esa cajita musical). Pero esta es una perfecta invitación a todos aquellos nuevos espectadores, además de ser toda una expansión del universo que cautivó a todos aquellos fans de la saga.

A pesar de que Mad Max: Furia en la carretera está gozando del visto bueno de la crítica, no son pocos los que se afanan en cargar contra ella. Para empezar, tildándola de simple. Como ya he dicho, todo aquel que dice eso es porque no se ha molestado mucho en verla. Además, de ser una película que no necesita de sesudos argumentos (lo mismo le pasó a Pacific Rim que no se dejaba influenciar por lo simple de su argumento, no solo dándonos una gran película de acción, sino todo un rico mundo que merece la pena explorar). Otros están criticando que el personaje de Max no sea más que un secundario y el de Furiosa tenga un excesivo protagonismo... Seguro que esa gente no se ha leído el título del film detenidamente. Cierto, parece que Max queda relegado a un segundo plano para el lucimiento de Furiosa. Pero esto no es así. Sí, esta es la historia de Furiosa, pero el papel de Max es indispensable. Él los ayuda a pesar de no tener que hacerlo (esto queda claro en el minuto final de la película). Además, este equilibrio de protagonismo se traduce en grandes escenas y momentos (como la de ese tiro en el que Furiosa debe apoyar el arma en el hombro de Max). Y luego están los que tildan la película de feminista... Soplapollez grande. Sí, en esta película la mujer cobra gran protagonismo... ¿Y qué? Precisamente que cause tanto revuelo esto es motivo de preocupación. En el mundo de Mad Max las mujeres son imprescindibles. Ellas son las que pueden dar vida (grande el diálogo con esa anciana nómada y las semillas) y esto hace que gente como Inmortan Joe llegue a tratarlas como objetos preciados dignos de un rey.

Críticas y comentarios que hacen que nos olvidemos de lo que de verdad importa: disfrutar del cine. Y os aseguro que esto ocurrirá con Furia en la carretera.

Si hay algo que no me gustó de la película, ha sido el poco uso de la sangre... Sí, la película tiene un buen par de escenas sangrientas. Pero se nota que Miller se ha contenido bastante para hacerla más accesible a toda clase de públicos. Y esto no puede ser cuando nos has presentado un mundo sin leyes ni moral en el que lo único que importa es el agua y la gasolina y en el que la muerte reina a ritmo de tambores y guitarra.

Mad Max: Furia en la carretera no fue vista, en general, con buenos ojos nada más anunciarse. Y sus trailers hicieron creer a muchos que la película no tenía más que ofrecernos. Claro que esto cambia al visionarla. George Miller ha realizado una de las mejores películas de acción de la historia (no son pocos los que afirman que es la mejor de las últimas décadas) que expande el universo de Mad Max hasta límites insospechados. Haciéndonos contar los días que faltan para volver a este mundo en la anunciada secuela y en el inminente videojuego. Sin duda, este ha sido el año de Max, con una de las mejores películas de 2015.

Lo Mejor: El universo Mad Max en continua expansión. Y la gran lección de cine de acción de George Miller.
Lo Peor: El poco uso de la sangre.

miércoles, 1 de abril de 2015

Opinión literaria: "Los últimos" de Juan Carlos Márquez por Víctor Cifu




“Una gran sorpresa gracias a las dotes narrativas de Juan Carlos Márquez. Una historia que no importa si eres seguidor del género ya que cuando tengas el libro en tus manos y empieces a pasar página no podrás soltarlo.”


Un grupo de supervivientes vaga por una Tierra devastada, eludiendo una misteriosa amenaza, hasta encontrar refugio en las ruinas de Disney World. Y, como corresponde tras un Apocalipsis, lo que sigue es un nuevo Génesis. Pero esta vez Adán y Eva no están solos. En las páginas de Los últimos el lector encontrará mutaciones, canibalismo, persecuciones y viajes espaciales; también unos personajes que intentan preservar su humanidad en un marco extremadamente hostil, lleno de privaciones, duelos y penalidades. Desde la original revisión de premisas arraigadas en el centro de nuestra tradición narrativa, y transitando referencias no menos evidentes a las series de televisión, el cómic y los videojuegos, Márquez resuelve una novela sorprendente y singular.

Vamos a ponernos en situación. “Los últimos” nos traslada a una planeta Tierra que ha quedado devastado por culpa de la explosión del Sol y su consecuente llamarada. Esto hace que destruya prácticamente todo ser vivo del planeta tierra y por tanto el óxigeno. Algunos consiguen sobrevivir pero como podéis esperar la única forma de poder respirar en el planeta azul es a través de máscaras de oxigeno y otros trucos que cuando leáis la novela no sabréis.

Estos supervivientes tienen que enfrentarse a múltiples situaciones, desde la sed y el hambre hasta mutantes y caníbales. Pero sobretodo tienen que enfrentarse a ellos mismos y al planeta en el que viven para poder tomar las decisiones acertadas.

“Los últimos” tiene un argumento de lo más típico, que lo mismo pasa con otros géneros como por ejemplo el Z. Podemos encontrarnos muchos libros de zombis con un mismo argumento pero gracias a la habilidad del escritor se convierten en novelas totalmente originales y esto es lo que consigue Juan Carlos Márquez.

Gracias a una narrativa sublime nos sumerge en una atmosfera en la que sufriremos con todos y cada uno de los supervivientes. Una novela corta en páginas pero muy rica en contenido ya que gracias al estilo de Márquez cada capítulo por muy largo o corto que sea nos quedaremos con ganas de saber más y a la vez nos creará una incertidumbre que no sabremos qué sucederá.

Hay momento que incluso encontramos saltos temporales entre capítulos, dejándonos con algunas dudas y o preguntas que posiblemente no quedan del todo resueltas, es por eso que no sabemos que vamos a encontrarnos cada vez que pasamos la página y así es como Juan Carlos nos atrapa y nos crea esa congoja constantemente.

He dicho que pueden ser capítulos largos o cortos y es cierto. Si no recuerdo uno de los capítulos más largos son 3 o 4 páginas y uno de los más cortos son unas pocas frases. Todo esto no hace más que enriquecer la novela y la historia y que vamos tomando pequeños sorbos cada vez que vamos avanzando con la novela.

Es posible muchos lectores que hayan terminado la novela o que piensen en empezarla la lean del tirón, incluso en una misma tarde, yo por el contrario no lo he hecho. Por corta que sea la novela me ha gustado estar 3 o 4 días inmerso en su historia y degustar cada capítulo sin ningún tipo de prisa por acabar.

Difícilmente puedo sacar algo negativo de esta novela. En un principio sería el final que no me había quedado demasiado claro, pero hoy en día gracias a las redes sociales y en este caso Facebook nos sirve para poder conocer a escritores e incluso preguntarle por sus novelas y amigos aunque no os lo creáis contestan, si si, además muy amablemente. Eso es lo que hice, preguntar a Juan Carlos Márquez sobre su final y con solo unas pocas palabras ya entendí lo que me faltaba y he de decir que me parece un muy buen final e incluso deja una puerta abierta para una futura secuela.

En definitiva “Los últimos” es una novela de supervivencia, de superación, de momentos de verdadero terror y sobretodo es una prueba y una lucha constante del ser humano para poder mantenerse con vida cueste lo que cueste y así poder empezar otra vez de nuevo.

Os invito a que os hagáis con un ejemplar, seáis seguidores o no del género, ya que cuando tengáis el libro en vuestras manos y empecéis la leer no podréis soltarlo hasta el final.

Enhorabuena a Juan Carlos Márquez por esta genial obra y sobretodo por la forma en la que está contada ya que gracias a ello “Los últimos” no pasará desapercibida como una novela distopica y post-apocalíptica más.

miércoles, 4 de febrero de 2015

¿Como crear? por Francisco Miguel Espinosa




¿Cómo crear?

Francisco Miguel Espinosa



La pregunta qué más me han hecho en entrevistas es: ¿De dónde sacas la inspiración? Una vez, respondí que un pollo me decía lo que tenía que escribir. Esta broma dio pie al Gallo que corona Abismo, el escenario en que se desarrolla mi novela Cabeza de Ciervo. Y este es el mejor resumen que puedo hacer sobre la inspiración. Lo que podríamos llamar el primer paso hacia crear. Tener una idea.

Desde que tengo uso de razón, tengo ideas. Desde que tengo ideas, las escribo. Escribir es un impulso, y nada más. Hay quien siente el impulso de hacer música, de actuar en teatros o de resolver ecuaciones y hay quien no tiene impulsos de ninguna clase. Y el mundo es así. Ahora me piden que os cuente cómo crear. Supongo que, en todo caso, cómo hago yo para crear. Y esta cuestión me trae de cabeza desde que me lo pidieron porque tal vez no somos conscientes de lo que hacemos, por qué lo hacemos y cómo conectamos con los lectores (siempre que pasemos los filtros editoriales). Por suerte, escribo mucho y tengo algo de orden mental, un máster en Escritura Creativa y mucho tiempo libre. Así que os hablaré de dos caminos en mi etapa creativa: cómo escribo en solitario y cómo escribo acompañado.

Lo primero, es la idea. Suelo tener ideas a todas horas: desde escenas, a personajes, a frases y a historias que se abren y cierran en mi cabeza en cuestión de segundos. Suelo llenar cuadernos y cuadernos con estas ideas, apuntadas de forma apresurada y sencilla.

 
Estos cuadernos me sirven como recordatorio y no suelo ojearlos más que una vez al mes: las ideas poderosas se quedan en mi cabeza durante periodos absurdos de tiempo (sigo dando vueltas a ideas que tuve hace 5 años). Una vez que una idea se instala de forma poderosa en mi cabeza, comienzo a pensarla. Este proceso es mi escritura mental, sin la que no puedo trabajar. Paso semanas o meses escribiendo en mi cabeza: suelo salir de casa con los cascos puestos y pensar y repensar la idea, darle vueltas a los personajes, a las situaciones y a la trama. También cuando estoy de gira promocional me dedico a pensar y pensar, sin escribir una sola palabra (cosa que, cuando la gira dura seis meses como Tour de Ciervo 2014 me obliga a pasar demasiado tiempo sin trabajar en absoluto). Este proceso me transforma en una persona despistada y ausente, aunque mi novia y amigos ya están acostumbrados.

Lo curioso de esto es que no pienso en una novela: imagino las escenas como en una película y después las transcribo al lenguaje literario. Esto supone mi marca (para bien o para mal) y la marca del género que trato de introducir y dar forma, la novela Grindhouse.

Cuando ya he rodado escenas enteras en mi cabeza, empiezo a sumergirme en el escenario. Esto supone que si mi novela es de terror, me pongo a leer terror. Si es ciencia ficción, lo propio. También ataco al cine propio del género. No lo hago buscando voces ajenas, sino entrar en la sintonía del género. Es difícil de explicar pero me ayuda a canalizar mi ideas y contextualizarlas: ver cuáles son los cimientos del género en que me quiero mover y aprender a nadar en sus aguas.

Estos dos procesos me llevan meses. Trabajo siempre en mi cabeza con varias cosas a la vez, por lo que no es raro que me mueva entre dos o tres novelas simultáneas, lo que por suerte propicia que esto no sea una pérdida de tiempo suprema. Así es como mi cabeza acaba echa polvo a lo largo del día.

Toca sentarse a escribir.

Pasaré por alto el relato corto porque el proceso es exacto, salvo que no suelo tomar tantas notas sobre los relatos. Los trato como algo que empezar y acabar en seis horas máximo. Cuando abordo una novela, lo hago desde Scrivener. Ningún otro software para escritores profesionales (utilizado y alabado por autores como Michael Chabon) me permite organizar los capítulos, personajes y diferentes tramas de forma sencilla y eficaz. A todo el que quiera escribir le recomiendo hacerse con él sin demora. Aprovecho cualquier trozo de papel para apuntar cosas que se me ocurren, pero el principio y el final se quedan inamovibles. Pienso la primera frase de forma obsesiva y no comienzo a escribir hasta que está perfecta. Entonces, me pongo música a todo trapo (Hans Zimmer, Marilyn Manson, Die Antwoord...). Soy una persona con una concentración física limitada: lo que quiere decir que puedo estar pensando en la misma cosa durante horas y hora, pero no haciéndola. No suelo estar más de dos horas haciendo lo mismo (salvo excepciones para adultos). Durante estas dos horas aproximadamente, suelo escribir unas tres mil palabras.



No tengo problemas al eliminar capítulos enteros, reescribir la novela cuando casi estoy acabando o eliminarla por completo si veo que no avanza como en mi cabeza (tengo escritas 200 páginas de una novela de 300 que no termina de encajarme). No es lo común, pero a veces ocurre. Lo importante es seguir, no detenerse. Escribo hasta el final sin pararme a corregir, pues ahí está la trampa. Mucha gente no consigue terminar de escribir porque no es capaz de escribir con una venda en los ojos: releer se relee cuando has terminado. No antes. Si te paras a reescribir y corregir antes de haber puesto punto final a la historia, nunca llegarás al final. Como ya se ha dicho a menudo: una novela no se acaba nunca, se abandona.

Lo importante es no detenerse.

Tardo alrededor de tres meses en finalizar el primer manuscrito (dependiendo de la novela) y corregir suele llevarme el doble. XXI, mi segunda novela, tardé seis meses en escribirla y otros nueve en corregirla; Cabeza de Ciervo me llevó dos meses de escritura y otros seis de corrección. Un manuscrito se escribe una vez y se corrige cuarenta. Pero lo importante siempre, es terminar.


Otro aspecto importante para mí, son los huecos para el lector. Muchos autores se obsesionan en explicarle al lector, y varias veces, qué ocurre, cómo ocurre, cuándo ocurre y quién lo sufre. Y no dejan hueco. Un buen libro es el que deja que el lector entre: viva, imagine, conspire y se emocione con la historia que le contamos. Esto se consigue sabiendo trabajar la elipsis; dando los datos suficientes para que la imaginación del lector de lo demás. Esto a veces sale bien y a veces mal, como suele pasar. Pero no dejo de trabajar en ello cada día porque lo considero esencial para una buena novela.

Después de esto, ya deberíamos tener algo parecido a un manuscrito terminado. Lo que hago yo ahora, es guardarlo y dejar que repose unas semanas. Las próximas correcciones serán duras.

Ahora bien, los que me conocéis y seguís mi trabajo ya sabréis a estas alturas que mi próxima novela está co-escrita con otro maravilloso autor, Angel Luis Sucasas. Es la primera que publicamos juntos, pero no es ni mucho menos lo único que estamos trabajando juntos. Escribir con otro autor es un proceso diferente y difícil. Ya en 2012 firmé una novela que aún no se ha publicado junto a Ferran Pizarro, compañero de andanzas en Paraiso4.com. Aquel proceso fue más difícil porque el vive en Barcelona y yo en Madrid: en este caso, desarrollamos una biblia del proyecto, con esquemas de todos los capítulos y dividimos el trabajo. Cada semana, mandábamos el trabajo realizado al otro autor para su corrección y visto bueno.

En el caso de lo desarrollado con Sucasas el proceso es más sencillo porque vivimos en la misma ciudad. Normalmente, el proceso de pensar se sustituye por hablar: largas charlas en las que se trata de personajes, situaciones, tramas y giros. Tras esto, igual que si en solitario se tratase, comenzamos a hacer anotaciones, borradores, enviarnos emails y poner en común el desarrollo de la trama. A la hora de escribir: Scrivener y ordenador contra ordenador. Las correcciones es lo más difícil: todo debe corregirse por duplicado, varias veces.

También me han preguntado mucho si me “ayudo” para escribir. Hay mucha leyenda en cuanto al escritor drogata y pasado de rosca que escribe casi en estado de coma. No voy a negar que de vez en cuando he tomado drogas y alcohol, aunque no para escribir. Escribir ha terminado siendo una consecuencia de mis ganas de contar historias, que no se detienen ni de borrachera. Escribí uno de mis relatos más famosos, Malos y Cobardes (Premio Fungible 2012, próxima reedición este año) estando tan borracho y colocado que ni recordaba de qué iba cuando me puse a transcribirlo. No es el mejor escenario, ni la mejor manera ni nada. Pero no negaré que lo he hecho y a veces me ha salido bien. Claro que ahora debo haber madurado, pues soy incapaz de emborracharme y lo más fuerte que tomo es cerveza negra. Para más información, preguntad a Stephen King.


Para terminar, lo mío no es solamente la novela. Cuando escribo cómic, tengo que pensar en términos espaciales y distribución de viñetas y cartelas; cuando escribo videojuego tengo que pensar en diagrama de flujo...pero el primer paso siempre queda igual: la creación, para mí, se basa en pensar. Paso largas horas pensando, componiendo en mi cabeza películas que acaban convirtiéndose en novelas.

No sé si esto es lo que se me pedía, pero esto es lo que hay. Aconsejo a todo el que quiera escribir leer muchísimo: pero no leer lo que te gusta. Conozco muchos autores que solo leen a King o a sus contemporáneos y se jactan de leer más de cincuenta libros al año. Eso no es leer. Para escribir bien tienes que leer igual a King que a Ovidio; a Matheson y a Shakespeare; a Oscar Wilde y a Cervantes. Los que se limitan a leer lo que les gusta, se limitan a escribir imitando. Para saber construir personajes, necesitas los tochos de Martin o King y los suspiros de Steinbeck; para tratar el diálogo, necesitas el teatro de Pinter y Shakespeare; para ponerse lírico necesitas a Ovidio y Rushdie. Y sobretodo: escribir, escribir y escribir. Escribí dos novelas completas y cientos de relatos antes de mandar nada a una editorial. Así que otra herramienta que no puedes dejarte en casa es esta: AUTOCRÍTICA. Señores, no cagamos oro. Tenedlo en cuenta y practicad la humildad.

Y al que le guste leer y simplemente sienta curiosidad por lo que nos pasa por la cabeza a los escritores pues ya sabéis: un pollo (ahora un Gallo) nos dicta lo que tenemos que escribir.