lunes, 19 de enero de 2015

Placeres Culpables: "Enemigo mío" por Pau Varela




Título original: Enemy Mine. 
Dirección: Wolfgang Petersen. 
Guión: Edward Khmara, basado en la novela corta del mismo título de Barry B. Longyear. 
Música: Maurice Jarre. 
Fotografía: Tony Imi. 
Producción: Kings Road Entertainment. 
Fecha de estreno: 20 de diciembre de 1985. 
País: EEUU. 
Reparto: Dennis Quaid (Willis "Will" Davidge), Louis Gossett, Jr. (Jeriba ‘’Jerry’’ Shigan) y Bumper Robinson (Zammis).


Sinopsis: A finales del siglo XXI la humanidad se encuentra librando una sangrienta guerra por el dominio de la galaxia contra los dracs, una raza de alienígenas reptilianos. En medio de una batalla espacial, Davidge (Dennis Quaid), piloto terrestre, y Jeriba (Louis Gossett, Jr.), piloto drac, se estrellan en un planeta desierto. Los dos trataran de continuar con la lucha en la superficie del planeta, pero pronto se darán cuenta de que si quieren sobrevivir en la naturaleza hostil de este deberán aprender a trabajar juntos.




El contacto con alienígenas ha sido un elemento central en la narrativa de la ciencia ficción desde los orígenes del género. Al imaginar este encuentro, la mayoría de novelas y películas se han acercado a la alteridad en términos de diferencia racial, no siempre con sutileza. En este sentido, los discursos raciales predominantes, creados en su mayoría por los colonizadores blancos occidentales y sus puntos de vista etnocéntricos, han dado forma a la manera en que se ha elaborado la representación de seres extraterrestres en la gran pantalla. El encuentro con una civilización extraterrestre se ha imaginado básicamente desde dos perspectivas, narrando la exploración del espacio —la última frontera en la que montar un Mercadona— o representando la experiencia del alienígena visitando la tierra —no pocas veces en la figura de un inmigrante ilegal llegado literalmente en patera, como Superman. Las dos narrativas han recaído a menudo en el mismo dilema; ¿es el alienígena un enemigo o un amigo potencial?




Este es el tema central en la película Enemigo mío (Wolfang Petersen, 1985). Basada en una novela corta del escritor Barry Longyear, la película se alimenta de la vieja tradición del imperialismo espacial yanqui, cuando patriotas de mandíbulas cuadradas y grandes pectorales luchaban con valor contra comunistas disfrazados de extraterrestres cabezones, siendo la serie de televisión Buck Rogers de la ABC (1950-1951) y el más famoso programa de la NBC Star Trek: The Original Series (1966-1969) los mejores ejemplos de ello. Sin embargo, Longyear escribió el cuento original en 1979, en una época en la que los alienígenas ya no querían matarnos ni sondarnos ni colonizarnos, sino hacerse amigos nuestros, como se mostraba en películas de mensaje positivo —y algo ñoño— como Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977), ET el extraterrestre (Steven Spielberg, 1982), y Cocoon (Ron Howard, 1986). Los extraterrestres no se convirtieron en nuestros enemigos otra vez hasta principios de los años 90, casualmente bajo la administración de George Bush padre —pura coincidencia. Por lo tanto, Enemigo mío en su momento supuso un extraño enfoque retro-futurista del período colonial de los Estados Unidos.

La película comienza con la voz en off de Davidge, el héroe humano y centro étnico de la narración, que no sólo establece al alienígena como el enemigo, sino que también reclama la posesión de este enemigo como "mío". La trama se desarrolla a finales del siglo 21, cuando los seres humanos viven al fin en paz trabajando juntos para explorar y colonizar los confines del espacio. Davidge nos dice que una raza de extraterrestres no humanos llamados dracs están reclamando los derechos sobre algunos de los sistemas más ricos de la galaxia, por lo que ambas especies están en el medio de una guerra por establecer su dominio. Desde la primera imagen la película se muestra la notable realización de Petersen aunque, como siempre sucede con producciones de ciencia ficción con tres décadas de antigüedad, es mejor no juzgarla bajo los estándares actuales. La visión de un cadáver flotando en medio del espacio es a la vez espeluznante y poética. Nos demuestra que, incluso más allá de la tierra, la violencia que acompaña al ser humano prevalece.




Después de una escena de batalla espacial reminiscente de la estética impuesta por La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), Davidge y un Drac (Jeriba, interpretado por el oscarizado Louis Gossett, Jr.) se estrellan en un planeta desierto y en un primer momento no están seguros de si deben ayudarse o matarse el uno al otro. No resulta muy difícil de interpretar el casting de Gossett Jr., actor afroamericano, como una acentuación de la alteridad del alienígena frente al ‘hombre blanco’. La hostilidad entre la pareja se lima a través del intercambio cultural, centrándose en una creciente comprensión, el afecto mutuo y la inestimable intervención de Mickey Mouse. En este primer acto de la película Petersen utiliza planos que nos muestran a los dos personajes enmarcados por la naturaleza hostil del planeta, bajo las inclemencias del clima, para dejarnos claro que cualquier diferencia entre los dos se vuelve insignificante en ese escenario. Lejos de la guerra, los dos se ven obligados a formar una amistad tensa con el fin de sobrevivir.

El punto de inflexión en la película es la revelación de que Jerry está embarazado. La escena rompe el tono establecido al principio de la película, convirtiéndose de repente en una comedía romántica y en un canto en favor de la igualdad sexual. Después de volver de una expedición en busca de ayuda, Davidge encuentra Jerry acurrucado con una sonrisita algo femenina juguetona en su rostro. 

Davidge parece nervioso al principio, afirmando rápidamente que él no tiene nada que ver con ello, cosa que nos creeríamos si no fuera por su reacción exagerada. Resulta interesante releer esta escena desde una perspectiva contemporánea, donde el debate sobre el concepto de familia en muchos países occidentales —entre ellos España— está muy presente. Ante la homofobia que aún impera en muchas sociedades en pleno siglo XXI, Enemigo mío nos plantea una relación de pareja sana y positiva entre dos ‘hombres’, unidos ante la feliz perspectiva del nacimiento de su hijo.


 

Inevitablemente —guiño, guiño— Jerry muere dando a luz, no sin antes pedirle a Davidge que cuide del niño y le hable de su linaje, para que algún día pueda volver a su patria natal. Lo que sigue es una breve secuencia que muestra cómo Davidge, ahora padre soltero, cría a Zammis, el hijo espiritual de Jerry y suyo, y le enseña sobre su línea de sangre y cultura. Sin embargo, esta situación idílica acaba de forma abrupta cuando la narrativa, en forma de un grupo de humanos que utilizan Dracs como esclavos aterrizan en el planeta y captura a Zammis, obliga a Davidge a ponerse los zapatos de héroe de acción y luchar para rescatar no sólo su hijo, sino también al resto de los esclavos Drac. Este es un ejemplo reconocible de cómo los escritores y cineastas estadounidenses han tratado la culpa nacional. Aquí, como hemos visto en tantas otras películas, el héroe blanco entiende que él es parte de una estructura que oprime a los alienígenas /extranjeros /indios/afroamericanos etc…, y para limpiar su mala conciencia se une al lado oprimido y lucha contra su propia especie. Si este argumento os recuerda a grandes películas como Pocahontas (Mike Gabriel y Eric Goldberg, 1995) y Avatar (James Cameron, 2009) es porque, en efecto, es el mismo. Después de ganar su batalla, a Davidge incluso se le da un lugar entre el linaje de los dracs cuando, al final de la película, su nombre se añade a la línea de sangre de Zammis.




En definitiva, Enemigo mío es una película que merece una revisión —que no un remake, por Dios no más remakes de pelis de los 80. Si no la habéis visto dadle una oportunidad, es verdad que sus efectos especiales harían llorar a los fans de Michael Bay y los diálogos tienen más de un momento algo surrealista, pero el trasfondo de su argumento sigue siendo moderno y los personajes son lo bastante complejos como para mantener la tensión durante casi todo el metraje. Esta película pasó sin pena ni gloria por los cines en su momento, pero los años la han tratado con amabilidad y todavía es tremendamente disfrutable.



2 comentarios:

  1. Esta es una versión actualizada de una película bélica de los años 60 (más o menos), ambientada en una isla del Pacífico, con norteamericano y un japonés. No recuerdo ningún dato sobre la película, más allá, de que me gustó cuando la vi. Esta versión es interesante.

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    1. La película está basada en una novela corta de Barry Longyear, aunque la premisa es muy similar a 'Infierno en el Pacífico' (no recuerdo si Toshiro Mifune se queda embarazado también en esa). Como curiosidad, Frank Sinatra dirigió una peli con un punto de partida muy similar titulada 'Todos eran valientes'.

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