viernes, 20 de febrero de 2015

¿Cómo crear? por Esteban Dilo





¿Cómo crear?

Esto me preguntó Victor Cifu cuando vio una imagen de mis apuntes que había compartido en Facebook. Después me pidió mi opinión y se me dibujó una sonrisa. Hacía poco había hablado con Javier Cosnava de su proceso creativo y su intensa escritura, él me recomendó esa nota y no hizo falta agregar más nada. Sin lugar a dudas estoy rodeado de maestros y voy a agregar mi pequeño grano de arena para cooperar en La ventana secreta 6.

Soy una persona que decidió escribir por placer.
Cuando era chico, la poesía (o algo por el estilo) me llevaba de las manos para donde ella quería, casi siempre usaba los peores momentos para las mayores creaciones, pero ante un pedido o una presentación de material no podía ponerme de esa manera para que salga lo mejor, así que lo dejé por no saber manejarlo. Lo dejé dormido.
Pasaron varios años desde que volví a escribir.

Retomé la escritura gracias a un juego llamado “Cadáver exquisito”. Hay un grupo en Facebook que se llama “Readers United” que se basa en la organización de lecturas conjuntas, comentarios, reseñas, recomendaciones y varias cosas más. La mayor cantidad de integrantes son amantes de Stephen King. Volvamos al juego: entre varias personas del grupo que se anotaban para jugar, se le daba un orden para escribir, cada uno debía enviar una oración, luego, cuando todos había dejado su granito de arena, el encargado de juntar todos los pedazos (sin siquiera cambiarle una coma) presentaba el texto completo. Demás está decir que la historia era una locura, pero muchas veces quedaba algo realmente lindo.

Me presenté a jugar unas tres veces y antes de seguir, mi amigo: Matías Raña, me pidió que escriba algo más extenso para ver qué tal me iba porque le llamaba la atención como lo hacía. Yo me puse grandote como un armario pero no me animé, sino hasta la quinta vez que me lo pidió y fue para un concurso. No quedé, me puse muy mal, pero a la larga entendí. No es fácil.

A partir de esa derrota seguí creando historias hasta que encontré la extinta revista “corazón literario”. Javier Martos fue el que recibió lo que sería mi primer relato extenso. Todo era risas hasta que lo corrigió, me lo devolvió totalmente rojo y yo, casi bajo los brazos. Volví a aprender de una derrota.



Seguí sin cometer los errores marcados y presenté el segundo texto el próximo mes… seguían los errores pero en menor cantidad. Ahí aprendí un poco más el ¿Cómo crear?
Otra derrota importante que me dio el placer se seguir adelante fue cuando no quedé en el certamen Lovercrafiano de Ediciones Rubeo. Recuerdo que deseaba quedar porque varios amigos (Tony Jiménez y Matías Raña) iban a intentar lograrlo junto conmigo. Ellos quedaron yo no, ja, ja. Ese texto lo pasé a otra revista que ya no existe: FanZine. Ahí conocí a Carlos Rodón, le pasé el texto y le gustó, pero me explicó que la revista no iba a salir más y me dijo que espere un poco porque se lo iba a mostrar a otro compañero: J. Ibarz. Al otro día tenía la noticia de mi vida, debía escribir una novela corta, me pidieron una idea y así fue, ya la tenía en mi cabeza y no tarde más de doce horas para que en su correo tuvieran el bruto de lo que sería “Conspiración HAARP”. Todo esto en tan solo un año y medio desde que comencé a forjar mi sueño.

Un punto de nutrición artística fue cuando comencé con el curso literario. Leo Batic, una persona enorme tanto de corazón como de trayectoria, fue un punto clave en mi vida y lo seguirá siendo. Él ve las cosas desde otro punto y es el que más me llega. Parecía mentira que los temas que nos daba para escribir sean los que en el interior te daban ese toque especial, al leer el texto en voz alta a tus compañeros y amigos te dabas cuenta que habías crecido en lo literario y personal. ¿Sirven los cursos literarios? Sí, me sirvieron y mucho. Te da es constancia que muchas veces dejás de lado por las cosas diarias que la sociedad pone como indispensables. Te recomiendo que por lo menos lo intentes, no se pierde nada.Ahora dejo de aburrir con el inicio de mi aprendizaje y sigo con lo que quieren saber.

Mis ideas salen de cualquier lado y el momento es indistinto. Me caen como semillas a la tierra. Empiezan de a poco y van creciendo con el tiempo hasta que no puedo soportarlas más y las tengo que pasar a una hoja.


Lo más afectivo hasta el momento fue escribir a mano y luego pasarlo al procesador de texto. Trabajo en una empresa metalúrgica hace once años, en una máquina automatizada, hay procesos que duran más de cinco minutos y en ellos me pongo a escribir (¡Hey! Ahora que lo pienso, me pagan por escribir), por eso van a ver que las hojas son de dos colores, es porque uno un talonario de remitos donde uno es el original y el otro va al cliente, es raro pero me sirve. Entonces, al pasarlo, eso que era una idea concisa pasa a ser solo una parte para darle lugar a mi mente en el momento del traslado. Siempre que lo hago sumo un cuarto más de la cantidad de texto escrito a mano. El procesador al principio era el Word, después aprendí a usar (poco y nada) el Scrivener y con lo poco que sé me organizo mejor.

La investigación es el proceso que más disfruto de la parte creativa. Empaparse de los temas que uno elige u otros le dan para crear, es lo que a uno le queda de forma permanente. Por mí parte, soy de ver documentales en la mayor medida y leer extractos informativos de internet. Mientras estoy en esta etapa, leo y veo películas del entorno que le corresponde a la historia en cuestión, así me creo un ambiente propio para estar como en ella.



Depende del día y mi ánimo varío del silencia a la música, y si es con ella escucho a Hans Zimmer, instrumentales o música clásica. Cuando la inspiración está a flor de piel no paro, los dedos tienen que golpear con las notas que me entran por los oídos y la música interna, que es la más valiosa y la que nació conmigo. Cuando el final del relato o la historia cierra como me parece, cuando escucho ese click, freno.

La parte de corrección es la más complicada. Si hay que cortar o borrar se hace y se vuelve a escribir, o se tira a la basura. Leo en voz alta para encontrar rarezas en el texto como por ejemplo la cacofonía. Cuando siento que todo está a gusto pido la opinión a algún amigo con cien por ciento de sinceridad (o eso me dicen) y espero con algo de nervios. Al leerme tantas veces en realidad lo que hago es pasar de largo muchas cosas, esto que llaman lector cero ayuda mucho a ver problemas que al corregir decimos ¿cómo no lo vi? Analizo las correcciones que me pasaron y le doy en punto final. Digo punto final, pero no es así, si lo leo al mes siguiente cambio más de una cosa, hasta el título. Digamos que lo dejo como está.

Si se acuerdan los primeros párrafos de esta nota se van a dar cuenta que en cada derrota que tuve salió algo bueno y una nueva oportunidad. Cada uno va a crear como le parezca y rodeado de la gente que quiera o en soledad. Con música o en silencio, pero lo mejor es arriesgarse. Si algo aprendí en esto es que no hay que dejar de crear, si no se puede escribir porque estás bloqueado, lee; si no se puede leer por lo mismo, mirá alguna película. Día a día hay que alimentar la esencia con la que nacimos, así le llamo yo a escribir. 

Cada muro que te choques al escribir es uno más que vas a usar para escalar en la creación.