jueves, 12 de junio de 2014

¿Como crear? por Javier Cosnava






Cómo crear una novela pensando en el mercado digital y en este siglo XXI

por Javier Cosnava



En este artículo voy a explicar cómo creo los libros que actualmente cuelgo en la plataforma de Amazon. Se trata de sagas literarias de varios volúmenes que, desde final de febrero pasado del 2014, se han convertido en la principal forma de expresión artística para un servidor. Pero antes conviene explicar cómo me decidí por el mercado digital.



La explicación es sencilla. Como todos los escritores, el sueño de mi vida era publicar en una gran editorial. En octubre de 2012 lo conseguí publicando “1936Z la guerra civil zombi” en Suma de Letras. Algún día haré un artículo más extenso explicando mis sensaciones durante mi estancia en esta editorial. Sólo os diré una cosa: mi novela es una novela de autor en la que no aparecen muertos vivientes, dado que aludo con la palabra zombi a personas embrujadas por ritos vudú. No hay gente podrida sino brujos que vuelan por el aire, sacrificios de gallinas y todo lo que podáis imaginar en torno a esta religión haitiana, pero en el contexto de la Guerra civil española y al objeto de explicarla para las jóvenes generaciones desde el fantástico y la literatura de autor de una forma original y rompedora. El concepto era innovador y, por uno de esos azares de la existencia, alguien dentro de la editorial se lo leyó, llamó su atención y me ofrecieron un contrato. Ignoro qué persona dentro de la editorial se lo leyó dado que jamás contactó conmigo y lo debió dejar en manos de algún subalterno dentro de la editorial para que la publicase. Durante nueve meses estuve en contacto con al menos 10 personas de la editorial, sin contar correctores. A excepción de estos últimos, que se habían en efecto leído la novela y por cierto hicieron una labor excelente enseñándome muchas cosas acerca incluso de defectos de mi estilo y terminando por dejar el libro con una calidad excelente… A excepción decía de los correctores, no conocí a nadie en la editorial que hubiera leído mi novela... es más, no encontré a nadie que supiera de qué iba la novela. Todos cuantos hablaban conmigo pensaban que en la novela salían muertos vivientes, que era una novela más o menos emparentada con el género Z tradicional y acabaron poniéndome una portada en la que aparecen en primera línea 4 muertos vivientes y varias decenas al fondo. A pesar de cometer un error de estas dimensiones, nadie en la editorial se dio cuenta, porque nadie sabía ni siquiera cuál era el argumento de la novela, a saber: que no iba de muertos vivientes y que no tenía ninguna relación con el género zombie tradicional.

          
Los que me conozcáis un poco por las redes sociales observaríais que no hice presentaciones, más que una en Barcelona y otra en Asturias buscando además días extraños para que hubiese la mínima gente imprescindible, y aunque había durante meses preparado una campaña de marketing y tenía ya por entonces más de 6000 seguidores en Twitter, a los pocos días dejé de tuitear nada de 1936Z. Lo cierto es que cada vez que veía la portada se me caían al alma a los pies y, todavía más, me preguntaba qué sentido tiene publicar con una editorial cuando ni tu propio editor ni nadie con el que intercambias mensajes tienen ni la menor idea de qué va tu novela y no se la ha leído.

            
Una idea comenzaba perfilarse mi mente, y está era: no quiero seguir publicando en una gran editorial salvo que llegue a ella a través de ventas. Si llegas una editorial a través de ventas en Amazon o en cualquier otro lugar, país o situación, eres alguien. Si llegas porque les ha gustado tu manuscrito, por calidad literaria, porque has tenido suerte la elección del tema...etc. Te tratan como si fueras ganado, como si no valieras nada. Eres uno más de la legión que lanzan para ver si uno vende de casualidad.

             
Sólo a otro apunte para que lo entendáis: yo detecté en marzo que la portada estaba equivocada, que había muertos vivientes en ella cuando en la novela no salen. Mandé siete mails a mi editor sobre este asunto y dos al director de la editorial. El director jamás me respondió y mi editor me respondió un par de veces diciendo que yo no tenía nada que ver con ese asunto y ni siquiera terminaba de leerse mis mails de tal forma que, a día de hoy, y esto os lo puedo decir con la mano en el corazón: la propia gente de la editorial ignora que se equivocaron en la portada, dado que no se leyeron mis mails explicándoles que en la novela no salen muertos vivientes y no se habían leído la novela con lo cual, cuando salió editada, a nadie le extrañó que aparecieran muertos vivientes en la susodicha portada en lugar de brujos, danzas rituales y gente embrujada (pero viva, no cadáveres andantes como en la portada). Con una hora de PhotoShop se podrían haber arreglado las figuras desmembradas, los huesos al aire y los gestos de los protagonistas en primera línea de portada para que no pareciese muertos vivientes, pero como la editorial no se leía mis mails esto jamás sucedió.

Primer planode la portada 1936Z con cadáveres andantes con los huesos al aire, las tripas a fuera, andares torcidos y demás signos típicos del muerto viviente



Así pues, para mí estaba claro. No quería volver a publicar en una gran editorial a no ser que llegase allí por ventas, tuviesen un interés económico en mi persona y yo pudiese influir en la toma de decisiones o cuando menos se leyesen los mails que les enviase. Eso hizo cambiar mi forma de escribir. Hasta entonces yo era un escritor de novela de autor, mi primera novela (aún inédita) tarde tres años en escribirla a pesar de que sólo tiene 220 páginas. La propia novela que publiqué en Suma de Letras tarde casi un año en escribirla. Me gustaba pulir cada párrafo, trabajar de forma intensa e incluso dolorosa todos los aspectos de mi literatura y la forma de lo escrito primaba sobre el fondo. Aún me gusta esa forma de literatura y recientemente, justo antes de ponerme con las sagas para el mercado digital, termine mi segunda novela en ese estilo (o tercera si contamos 1936Z). Una vez satisfecha mi parte más artística pude entregarme a hacer lo que algunos de forma peyorativa consideran novela popular. Pero es que yo soy un gran seguidor de la literatura popular y tanto leo a Proust o a clásicos decimonónicos como novelas de Star Trek o policiales históricos. A pesar de cultivar en ocasiones una literatura más de autor me encanta la literatura popular y siempre había querido dedicar a ella parte de mi producción. La literatura de autor sólo se puede realizar pegado a la pantalla o a la máquina de escribir, desbrozando cada línea, luchando por cada metáfora... la literatura popular es todo lo contrario, porque es todo ritmo, velocidad en la ejecución de ideas, es como una historia que le cuentas a un amigo delante de una hoguera para infundirle terror. Tiene que causar emoción, no es una actividad artística, es otra forma de actividad literaria, por cierto mucho más disfrutable para un escritor que la literatura de autor. Es algo hermoso en su sencillez, y precisamente por ser algo sencillo (en lo formal), hacerlo bien y que llegue a los demás es terriblemente complicado.

            
Y la complicación principal para mí fue la de ser capaz de crear una forma de escritura radicalmente opuesta a la que de forma habitual realizaba. Para ello miré en mi interior y busqué aquellas cualidades de las que pudiera valerme para construir relatos entretenidos. Tras hacer varias pruebas me di cuenta de que debía explotar la característica esencial de mi personalidad: yo soy muy extrovertido, muy hablador, un orador nato con mucha imaginación. Escribir no tiene nada que ver con todo esto… ¿O si? ¿Y si fuera cree capaz de crear novelas a partir de la voz? ¿Si fuese capaz de trasladar mi inclinación a contar anécdotas con los amigos?

          
Ese fue el inicio de razonamiento que nos conduce al ahora. Luego sólo hubo que ir haciendo pruebas y desarrollándolo pero había descubierto mi sistema para escribir literatura popular:
Escribo con un micrófono.

Uno de los micrófonos que Javier Cosnava usa para escribir.


Pero no sólo uso micrófonos. Escribo con cuatro atriles a mi alrededor y constantemente estoy improvisando, actuando y contando historias al micrófono como si fuera ese amigo imaginario que me oye contar historias de terror, o de fantasía, o históricas, alrededor de una hoguera.
Los atriles me sirven de apoyo, pues en ellos está la información que uso para continuar mi narración sin pausas.



Atril 1
En el atril número uno están los detalles principales de la novela impresos en folios. Los personajes y sus nombres, sus edades, su aspecto físico y el esquema de toda la saga, incluyendo quienes morirán a lo largo de la misma y en qué libro, aparte de detalles muy generales para que no cometa el error, por ejemplo, de cortar la mano derecha a un personaje que luego ha de combatir a espada en un libro posterior para salvar su vida.

 

Atril 2
En el atril número dos están los detalles de la vida privada de la época. Yo soy un devorador de libros acerca de la historia de la vida privada: me interesa mucho saber cómo pensaba la gente en la antigüedad, que vestían, a qué jugaban, y sobre todo cómo actuaban en el día a día. La mayor parte de las novelas históricas que se publican (casi todo lo que escribo es histórico, o policíaco histórico, o romántico histórico, etc.) están escritas por autores que no conocen la historia. Y todavía menos la historia de la vida privada. Muchos aciertan en los vestidos, en cómo eran las calles de Roma, por ejemplo, pero se equivocan en la forma de actuar de las personas, en cómo se trataba las mujeres, cómo se trataba los esclavos, en cómo eran las relaciones sexuales, maritales, el trato con los animales, los tenderos… Yo dedico un atril a todo lo relacionado con la vida privada de las personas, y creo que eso se nota en mis novelas.


 


Atril 3 y 4
En el tercer y cuarto atril está los folios, y los libros a veces, que tratan el tema de la novela, si es la Segunda Guerra Mundial y estamos en la batalla de Francia, tendré hojas que expliquen detalles del asalto a la Línea Maginot, como era la aviación francesa o la alemana, etc...
Estas hojas las suelo confeccionar subrayando con el libro electrónico aquellos aspectos de los libros que me leo, que pienso serán adecuados meter en la novela. El libro electrónico (kindle) crea un archivo automático que se llama recortes. Lo imprimo y lo utilizo en estos atriles. Hay dos porque en ocasiones se forma mucha información o, lo que es más común, acabó utilizando el segundo de ellos para los detalles biográficos, para no equivocarme en qué color de pelo tenía 1939 el general Rommel o un sin fin de detalles que es imposible recordar de memoria. Porque la base de este sistema es actuar, la improvisación.

          
 A menudo escribo con los ojos cerrados, sólo los abro cuando tengo una duda sobre, siguiendo el ejemplo anterior, el color del pelo en su juventud de cierto personaje histórico o qué tipo de ropa interior llevaban los alemanes de la década de los 30. Reviso mis hojas, en ocasiones consulto libro electrónico o libros en papel, pero normalmente procuro que nada frene la improvisación más de 30 segundos o un minuto a lo máximo. Consigo la información y continuó narrando con los ojos cerrados, los atriles a mi alrededor y el micrófono a medio metro de mi boca colgado de la segunda estantería: a la altura por cierto y como anécdota de una biografía de los Reyes Católicos.
Este sistema, aparte de que te permite terminar una novela de 200 páginas en menos de dos meses (en algún caso he tardado un mes) dota a tus escritos de un ritmo natural. 

¿Qué es esto?
 Muchas veces, cuando escribes tienes que contar algo y estás enfebrecido tratando de contarlo, sentado delante del ordenador y tecleando, sin control real de lo que está saliendo de tus dedos porque no lo oyes. Cuando estás escribiendo por voz te das cuenta de que un párrafo o una explicación están durando demasiado, de que una situación no se sostiene, de que un personaje no resulta creíble. El sonido de tu propia voz es totalmente distinto de escribir tecleando y para crear libros que emocionen al lector es infinitamente mejor (para mí, por supuesto, cada autor y cada maestro tiene su librillo, como dice el dicho).

           
Cuando he terminado el manuscrito llega al momento de corregir. Yo realizo dos correcciones. La primera la realizo a mano sobre lo que he escrito. A menudo, aunque yo utilizo la última versión de un conocido programa para escribir por voz (Dragón Speaking) lo cierto es que todos cometemos errores al hablar, montamos palabras, y otras sencillamente el ordenador se equivoca con las polisemia. Para él es lo mismo escribir “halla” que “haya” dado que se pronuncia igual y ello provoca a veces errores de ortografía terribles. Por eso esta segunda fase es muy importante, aunque a nivel literario no aporta nada, o casi nada. Sencillamente arreglas las frases, y modificas cualquier error que has cometido al hablar, no solo ortográfico, ya que la improvisación hace que a veces digas cosas que una vez leídas no quedan bien, profesionales, en el lenguaje escrito. También es cierto que llevo ya nueve novelas escritas por voz y cada vez los errores son menos, ya que conozco en qué palabras se equivoca el programa, conozco mis propios errores de ocasiones anteriores y lo cierto es que a veces llego a escribir páginas enteras sin un solo error, aunque también es verdad que, como en todo en la vida, en la página en la que me equivoco me equivoco en 25 cosas, pero para eso está la segunda corrección, para pulir errores.

             
La colección más importante es pues la segunda, y de nuevo es por voz. Como yo soy un escritor que de forma natural tiende a la literatura de autor, a la digresión y a los párrafos trabajados, la voz, la improvisación, es fundamental para este nuevo tipo de literatura. Lo entendí rápido y por ello comencé a realizar esta segunda corrección también por voz. Compre unas voces de alta calidad para el ordenador (son las mismas que vienen por definición en cualquier ordenador pero algo más perfectas de tal forma que apenas se distinguen de la voz humana). Y entonces, de nuevo con los ojos cerrados, escucho mi novela narrada por el ordenador con la voz electrónica. Esto sirve para dos cosas: Por un lado adviertes errores que con la vista no habías percibido. A veces has escrito “fuimos a ver las casa de nuestros amigos”. Has leído la frase 100 veces y no te has dado cuenta que la palabra “casa” está en singular. Como tú sabes que tiene que ir en plural el ojo de forma instintiva ve lo que no está escrito. Pero el oído no engaña, cuando escucho pronunciar "las casa" inmediatamente le doy a la tecla de parar, (F7 en el programa que uso). Entonces me siento y arreglo el error. Pero lo más importante es la segunda función de esta última corrección y es eliminar de nuevo lo más importante para mí en la literatura popular: la falta de pulso, de ritmo narrativo. Al oír tu novela de forma seguida y durante horas encerrado (esta fase se tiene que hacer en un día o dos de trabajo intensivo) adviertes hasta el menor error en el ritmo, cualquier párrafo o capítulo demasiado estirado o aburrido, todos los errores desfilan ante ti de forma perfecta. Es como ver una película de cinco o 10 horas que tiene que conseguir el mágico efecto de no hacerse aburrida ningún momento a pesar de su extraordinaria duración. Esta última fase es la más delicada de todas y la única que puede obligarme a sentarme a reescribir algo. Si al oír la novela descubro que algo no funciona hay que reescribirlo. La fase de corrección a través de la vista y tecleando es sólo consultiva. En esa fase, aunque algo no me convenza se queda como está dado que he descubierto que en la literatura popular el sistema de trabajo funciona a través del oído, mientras en la literatura de autor lo hace a través de la vista. Dos formas de escribir, dos universos distintos y ello ha dado precisamente en crear dos autores diferentes, uno que hace una novela más por comercial y popular y otro que hace una novela de autor.

             
Lo cierto es que estoy viendo unos años prolíficos, de una gran felicidad a nivel personal y profesional, porque poder crear en dos meses un producto del que te sientes plenamente satisfecho es algo que no habría soñado nunca y todo se lo debo a escribir por voz. Tanto es así que me entra una enorme pereza ante la idea de volver a escribir literatura de autor, que es mucho más dolorosa de hacer, y a menudo mucho menos recompensada porque hay muy pocos lectores para este tipo de literatura. Por suerte, yo soy un enamorado de la literatura popular y he conseguido gracias a este extraño sistema basado en la multiplicidad de atriles, en el uso del micrófono y la tranquilidad de vivir en la montaña asturiana, unos resultados que a mí me satisfacen totalmente.

¿Qué más se puede pedir?

 

Solo se puede pedir que nos sigas deleitando con esas fantásticas novelas. Des de La Ventana Secreta 6 agradecemos el gran artículo que nos ha regalado Javier Cosnava. Infinitas gracias mecie.
 

martes, 10 de junio de 2014

Opinion: Ojos de Circo



 


Desde niño, los ojos de Nicholas Campbell se esfuerzan por teñir de color circo el insípido planeta que forma su mundo, y que termina al final de su calle en Alabama. A la sombra de unas habilidades mentales poco comunes, y con una fascinación innata por la magia y el espectáculo, crecerá incomprendido en el seno de una familia de estricto corte militar. Esta lucha de colores que marca su infancia, y su inevitable participación en la Segunda Guerra Mundial, conseguirá que desarrolle una desbalanceada escala de valores, en la que el circo pasará a ocupar un indiscutible primer plano entre sus prioridades, hasta llegar a convertirse en la más oscura e insana de las obsesiones. Poco a poco, irá rodeándose de personas extrañas de todo el planeta que caminan sobre una línea que separa lo sobrenatural del simple capricho de la naturaleza.
 
De un modo grotesco, y buscando la felicidad que de niño le fue arrebatada, cada vez le exigirá más al concepto de espectáculo, llegando incluso a rebasar cualquier frontera de moralidad, legalidad y alimento para el espíritu. Una historia de circo, en la que no tiene límite alguno la frase «más difícil todavía», donde Nicholas tendrá que elegir entre la familia y la obsesión, entre el amor y la nada, entre vida y muerte

 

“Ojos de Circo te muestra como un gran poder se puede convertir en un gran peligro”


Este libro es una genialidad. Además es una genialidad con una doble dificultad, ya que esta escrita por 4 manos y no por 2 como es habitual.

Una de las cosas que hace que esta novela sea grande, es que, no he sido capaz de diferenciar cuando escribía Javi Martos y cuando lo hacía Jesús Gordillo. La compenetración entre los dos escritores es brutal y para mi fundamental a la hora de leer esta novela.

Ojos de Circo es una novela que te atrapa desde el principio, cuando Nicholas, un niño con poderes y amante de la magia vive una realidad que no es la que el quisiera. En una familia en la que es educado con mucha severidad, dureza y con poco cariño.
Todo eso hace que Nicholas vaya guardando esa rabia y odio hacia su familia, y de alguna forma, poder vengarse con uno de sus sueño, que era crear un Circo acompañado de personajes como el, con poderes, seres raros para la sociedad.
Pero lo que podría haber sido un gran espectáculo, consigue que poco a poco vaya consumiendo a nuestro protagonista, hasta tal punto de solo pensar en el Circo como su única familia.

En esta historia veremos la evolución del personaje de Nicholas, como poco a poco se va convirtiendo en un verdadero monstruo, pasando por su niñez, por la segunda guerra mundial, por el inicio de su circo y por un final que creo que era el más lógico y el que mejor encajaba en esta novela.
Posiblemente con otro tipo de educación, este niño con poderes hubiera sido de gran ayuda para la sociedad, pero claro, entonces no tendríamos esta pedazo de novela llamada “Ojos de Circo”.
En una reseña sobre este libro, más concretamente en la reseña que hace Athman en su blog http://athnecdotario.com me gustó mucho leer una frase que comparto al 100% y es la siguiente:  Hay una gran frase que podría resumir a la perfección la esencia de la novela: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Sin duda esta frase es clave para esta novela.

En definitiva, una novela con un ritmo ágil que no hará que nos aburramos ni un solo momento. Con un argumento que nos enganchará página a página. Unos personajes con personalidad pero sobretodo, un Circo. Ese maldito Circo, que en el fondo a todos nos gustaría asistir a uno de los de sus espectáculos.

No quiero olvidarme una vez más de la magnífica portada de Daniel Expósito. Ya es algo habitual alabar a este artista pero no es para menos. Sin duda muchas obras son compradas gracias a las magníficas portadas de Daniel, y esto amigos míos, es digno de mención.

Enhorabuena a los dos escritores  Javi Martos y Jesús Gordillo por esta gran obra  y gracias por haberme hecho disfrutar y a la vez aterrorizarme.

Una vez más enhorabuena a Tyrannosaurus Books, ¿es que no vais a sacar a la venta ni un solo libro malo?