jueves, 19 de febrero de 2015

Placeres Culpables: "El Baile de los Vampiros" y "Lesbian Vampire Killers " por Pau Varela




Hoy os traigo una propuesta de doble sesión no apta para estómagos delicados, compuesta por, de una mano, una obra clásica firmada por uno de los cineastas más influyentes de las últimas décadas, y de la otra una debilidad personal, una gamberrada muy disfrutable que me puede acarrear más de una ceja arqueada en mi dirección —¡bienvenidas sean: El baile de los vampiros (Roman Polanski, 1967) y Lesbian Vampire Killers (Phil Claydon, 2009). Las dos comparten el monstruo sobre el que giran sus tramas y una innegable afinidad espiritual con las cintas creadas por la mítica productora Hammer. Aviso a navegantes, estas dos películas os chuparan hasta la última gota de sangre, junto con todo sentido del ridículo que podáis tener.





Título original: Dance of the Vampires / The Fearless Vampire Killers, or Pardon Me, But Your Teeth Are in My Neck
Dirección: Roman Polanski.  
Guión: Roman Polanski y Gérard Brach.  
Música: Krzysztof Komeda.  
Fotografía: Douglas Slocombe.  
Producción: Cadre Films y Filmways.  
Fecha de estreno: febrero de 1967.  
País: Reino Unido y EEUU.  
Reparto: Jack MacGowran (Profesor Abronsius), Roman Polanski (Alfred), Sharon Tate (Sarah Shagal), Ferdy Mayne (Conde von Krolock), Iain Quarrier (Herbert von Krolock), Alfie Bass (Yoine Shagal), Terry Downes (Koukol), Jessie Robins (Rebecca Shagal) y Fiona Lewis (Magda).

Sinopsis: El profesor Abronsius y su asistente Aldred viajan a la remota Transilvania para investigar sobre los vampiros que se cree habitan en esas tierras. Durante su estada en un modesto hostal, Aldred se enamora de Sarah, la hija del posadero. Pero pronto la joven cae en las garras del misterioso Conde von Korlock y, después de que el propio posadero sea convertido en vampiro, Aldred y el profesor Abronsius se deciden a ir al castillo del conde para rescatar a Sarah. Allí son recibidos por el conde y su hijo gay Herbert, y son invitados a un baile que se celebrará en el castillo.


El cine de terror siempre se ha prestado a combinar sustos con comedia, muchas veces en contra de su propia voluntad. La edad de oro de este tipo de cine se desarrolló durante la década de los 60, con la irrupción de la productora Hammer y sus series de películas en torno a tres de los monstruos más icónicos del terror; Frankenstein, La Momia y por encima de todo Drácula. Estas películas, realizadas con medios más bien modestos, terroríficas pero sobre todo muy divertidas, se convirtieron en un fenómeno al que Roman Polanski —antes de ser el viudo más famoso de Hollywood y en uno de los rostros más conocidos de la campaña No means no— no dudó en referenciar y satirizar en 1967.

Estrenada en el Reino Unido con el aburrido y engañoso título de Dance of the Vampires y luego retitulada, muy acertadamente,  como The Fearless Vampire Killers, or: Pardon Me, But Your Teeth Are In My Neck —título que le puso la Metro-Goldwyn-Mayer para poder promocionarla en EEUU como lo que realmente es, una comedia del absurdo—, se trata de una obra que está muy lejos de brillar por su calidad cinematográfica pero que es capaz de entretener e incluso hacer reír con su parodia de los escenarios y tics propios del cine de terror clásico. Su argumento juega con todos los ingredientes comunes en la comedia. Tenemos a dos cazadores de vampiros algo inocentes, una chica hermosa y ligera de cascos, y unos monstruos mucho más espabilados que cualquiera de los héroes de la película. Pero es mérito de Polanski el utilizar estos personajes estereotipados de una forma completamente fresca y, si bien no original del todo, si poco habitual en la época en la que fue realizada.


Aun si la comedia es lo más relevante de la película, no hay que olvidar que se trata de una película de terror en esencia. La ambientación y los escenarios, a pesar de las dificultades con las que contó la producción, consiguen crear una fuerte sensación de aislamiento. La fotografía de Solocombe es muy imaginativa, dotando a toda la película de una cierta luminosidad macabra, en especial en las secuencias rodadas en los exteriores nevados. Incluso en las escenas más ligeras siempre hay una cierta sensación de peligro amenazando a los dos protagonistas.

A menudo olvidada dentro de la filmografía más seria de Polanski, El baile de los vampiros no es para nada una obra fallida en comparación con los títulos más renombrados del cineasta, sino un film de terror representativo de una época concreta, notable y filmada con mucho mimo, una parodia muy disfrutable tanto por su vertiente terrorífica como humorística. 


Título original:Lesbian Vampire Killers

Dirección: Phil Claydon.  

Guión: Stewart Williams y Paul Hupfield.  

Música: Debbie Wiseman.  
Fotografía: David Higgs.  
Producción: Alliance Films, Velvet Bite, AV Pictures y GEM Global Entertainment Magyar.  
Fecha de estreno: 20 de marzo de 2009.  
País: Reino Unido. 
Reparto: James Corden (Fletch), Mathew Horne (Jimmy), Paul McGann (The Vicar), Emer Kenny (Rebecca), Lucy Gaskell (Judi), Louise Dylan (Anke), Ashley Mulheron (Trudi), Tiffany Mulheron (Heidi), Vera Filatova (Eva), Silvia Colloca (Carmilla), MyAnna Buring (Lotte) y Emma Clifford as (Rossi).

Sinopsis: Fletch y Jimmy, dos pelacañas sin suerte ni en el amor ni en nada más en sus vidas, deciden tomarse unas vacaciones e irse a hacer senderismo por la campiña inglesa, con la mala fortuna de ir a parar a un pueblo maldito en el que todas las mujeres son esclavizadas al cumplir la mayoría de edad por un grupo de vampiresas lesbianas que ansían devolver la vida a Carmilla, su reina. Pronto se revelará que en la sangre de Jimmy reside la clave para salvar el mundo.


Ahora me permitiréis que os hable de uno de mis placeres culpables favoritos. Leyendo el título de esta película es fácil hacerse una idea aproximada de qué clase de película estamos hablando, a no ser que uno sea uno de esos puristas del séptimo arte sin sentido del humor ni vida sexual. Que las ambiciones de un film no sean las de replicar la gloriosa perfección fílmica de El padrino (Francis Ford Coppola, 1972) en cada fotograma no debería ser nunca impedimento para poder apreciar auténticas gamberradas como esta, porque Lesbian Vampire Killers hace honor a su título hasta las últimas consecuencias, no solo rozando lo ridículo, sino abrazándolo como a un buen amigo. Si hay una sola virtud a reconocerle a esta muestra del cine indie británico es que es entretenida y, me atrevería a decir más, graciosa.

En contraste con las limitaciones de presupuesto y los problemas de producción con los que tuvo que lidiar Polanski, Claydon se vio beneficiado por un presupuesto más que generoso tratándose de una producción independiente. El aspecto de la fotografía es limpio de principio a fin, la banda sonora es resultona —atención a la entrada de las chicas al ritmo de Woman de Wolfmother. Sin embargo tiene un mérito increíble que algo que podría haber acabado siendo un producto muy chungo resulte tan satisfactorio. Sin duda la película no se esconde ni trata de hacer pasar su sentido del humor por algo que no es, empezando por la manera en que los vampiros mueren y en vez de arder o derretirse explotan salpicándolo todo de… —bueno, no hay una forma fácil de decirlo, es un líquido blanco y espeso, ¿sabéis cuando quedáis para cenar en un chino y un colega se pide la sopa de aleta de tiburón y le hacéis la coña de que habéis visto al cocinero sacar la sopa de la cocina con cara de felicidad? Pues eso— hasta la forma poco metafórica que tiene la empuñadura —sobre todo dura— de la espada con la que Jimmy debe dar muerte a Carmilla.


Por supuesto, podríamos ser más exigentes con la calidad del guion y la realización pero, ¿por qué haría falta ser tan puntilloso? El objetivo del equipo artístico detrás de Lesbian Vampire Killers no es el de entrar en los anales de la historia del cine —, sino el de hacer pasar un buen rato. Los fans del Doctor Who, además, se encontraran con uno de los secundarios que más han brillado en la serie en los últimos años —aunque solo fuera por dos episodios—, James Corden. Sin duda el cómico, guionista, cantante y presentador inglés es el motor que impulsa en gran parte la película ante la languidez del personaje de Matthew Horne. Los dos interpretan al dúo de ingenuos héroes —no muy diferente del que nos encontramos en el film de Polanski— que se enfrentaran a las malvadas vampiresas. El resto del reparto está a la altura de los protagonistas, en especial el numeroso grupo de señoritas de buen ver, mención especial para MyAnna Buring, conocida por su papel en de The Descent (Neil Marshall, 2006). 



¿Os atreveríais con la doble sesión que os planteo? ¿Habéis visto alguna de las dos? ¿Tenéis algún placer culpable que queráis confesar?

 

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