miércoles, 28 de enero de 2015

Placeres Culpables: "El hermano de otro planeta" por Pau Varela



Placeres culpables:
El hermano de otro planeta (John Sayles, 1984)


Título original: The Brother from another Planet.  
Dirección: John Sayles.  
Guión: John Sayles.  
Música: Mason Daring, John Sayles y Denzil Botus.  
Fotografía: Ernest R. Dickerson.  
Producción: Peggy Rajski y Maggie Renzi.  
Fecha de estreno: 7 de septiembre de 1984. 
País: EEUU.  
Reparto: Joe Morton (Hermano), Daryl Edwards (Fly), Steve James (Odell), Leonard Jackson  (Smokey), Bill Cobbs (Walter), Maggie Renzi (Noreen), Tom Wright (Sam), Minnie Gentry (Mrs. Brown), Ren Woods (Bernice), David Strathairn (Hombre de negro 1) y John Sayles (Hombre de negro 2).

Sinopsis:
El ‘hermano’ es como cualquier otro hombre afroamericano que habita en el barrio de Harlem en Nueva York, salvo por el nimio detalle de provenir de otro planeta y tener tres dedos en ambos pies. A pesar de poseer poderes telequinéticos, no puede hablar, lo que dificulta su adaptación al nuevo planeta y a la población indígena que lo habita. Todo se complica cuando dos misteriosos hombres de negro aparecen en el barrio buscándolo

Cuando la humanidad no se aventura en el espacio buscando pelea, se dedica a ejercer de anfitriona para todo tipo de seres intergalácticos, muchas más veces que menos quedando retratada. El hermano de otro planeta (John Sayles, 1984) dramatiza el encuentro entre dos mundos diferentes y explora límite entre el alienígena y su entorno —nosotros—, utilizando la figura del ‘inmigrante’ ilegal para comentar sobre la sociedad estadounidense de la década de los 80, y mezcla elementos de comedia dentro de un argumento propio de la ciencia ficción. La película explora diversos temas raciales, como la asimilación cultural, la representación discursiva y los estereotipos raciales.

La película es una producción independiente realizada en base a un presupuesto de 350.00 dólares procedentes de la beca MacArthur que le otorgaron a John Sayles, uno de los pioneros del cine ‘indie’ norteamericano, en 1983.  El alienígena de Sayles —interpretado por Joe Morton, a quien probablemente recordéis como el creador de skynet en Terminator 2: el juicio final— no es una figura salvadora como Superman, o un adorable turista perdido como E.T., sino un refugiado obligado a entender a marchas forzadas lo que sucede a su alrededor, pasando del terror y confusión ddel primer contacto con la humanidad, a un sentido de pertenencia ganado hacia el final de la película. En términos de apariencia es un extraterrestre atípico, ya que se ve exactamente igual que cualquier otro hombre negro de Harlem, con sólo dos excepciones: no habla y tiene tres dedos en cada pie. Como resultado,  cuando se cruza con algún ‘nativo’ en su camino es interpretado de forma rápida y categorizado como ‘hombre negro’, aunque su mutismo no da nada sobre lo que sustentar los estereotipos que los demás ven en él. Los vecinos de Harlem rechazan y al mismo tiempo aceptan al extraño hombre, de una manera que evoca a la novela El hombre invisible de Ralph Ellison (1952).

El film hace clara referencia a la narrativa esclavista surgida en los EEUU en el siglo XIX, escrita por esclavos liberados y en la que narraban sus experiencias. El 'Hermano' —quien no recibe otro nombre en toda la película— es él mismo un esclavo fugitivo, perseguido por dos alienígenas ‘blancos’. 

Al principio de la película, el alienígena se pasea por las calles de Harlem y termina en un bar. 
A pesar de que su extraño comportamiento levanta sospechas, pero rápidamente le aceptan como un ‘hermano’. Su silencio permite a la gente a su alrededor construir su identidad e incluso absorberlo en su grupo social o étnico. Por ejemplo, cuando el Hermano encuentra trabajo arreglando máquinas de pinball, uno de los trabajadores de los recreativos, de América del Sur, trata de localizar su lugar de origen. Hablándole en español, le pregunta si es de Puerto Rico y, finalmente, da por hecho que proviene  también de América del Sur. Así que, al igual que la comunidad afroamericana de Harlem, él proyecta su propia identidad racial en el Hermano, convirtiéndolo que en una especie de espejo narrativo.

Aunque El hermano de otro planeta es una película de ciencia ficción, no utiliza tecnología avanzada para crear una ilusión de artificialidad o desplazar su argumento. La trama alienígena es una mera excusa para comentar los discursos que operan en términos de representación de la identidad afroamericana dentro de los EEUU y las restrictivas políticas de inmigración gubernamentales. 

Cuando el Hermano llega por primera vez a Nueva York, se estrella en la isla de Ellis, que fue en su día la puerta de entrada a los Estados Unidos para millones de inmigrantes. Desde ese momento vemos el mundo y la sociedad a través de los ojos del extraterrestre, el ‘outsider’, y lo seguimos en su esfuerzo por ser aceptado dentro de la comunidad. En la mayoría de las películas de ciencia ficción, el alienígena es un elemento exótico, extraño y a veces aterrador, lectura que no por casualidad se asemeja a la forma en cómo son recibidos los inmigrantes en cualquier país occidental —o cualquier persona que no sea parte de la mayoría blanca. Históricamente, los relatos de ciencia ficción han definido el alienígena —o extranjero— como un ser "biológicamente" diferente. El film de Sayles subvierte las normas de desplazamiento de la ciencia ficción en base a la diferencia biológica, utilizando la figura del alienígena representado como un hombre negro, adoptando así la identidad que se ha considerado siempre contraria al hombre blanco.

La película también es relevante debido a la reflexión abierta e irónica sobre la diferencia racial en los Estados Unidos. Si bien la trama principal de la película gira alrededor de la fuga del Hermano, la película está compuesta básicamente por escenas episódicas en las que su identidad es distorsionada una y otra vez a través del uso de estereotipos. El humor que reviste estas escenas no hace sino acentuar el mensaje y obligarnos a mirar a nuestra propia realidad. 

Especial atención a la escena rodada en el metro de Nueva York, en la que un mago callejero realiza un truco de cartas ante la atónita mirada del protagonista y a la vez verbaliza la idea que se esconde tras la película. Sin embargo, Sayles también subvierte estos estereotipos, mostrando cómo Estados Unidos puede ser aterrador para el forastero. A través de la película, el Hermano logrará su libertad al enfrentarse y derrotar a los traficantes de esclavos alienígenas gracias a la solidaridad de aquellos que están etiquetados como ‘alienígenas’ dentro de la propia sociedad estadounidense, es decir, los inmigrantes, los afroamericanos y las personas de color en general.

El hermano de otro planeta es una sátira social revestida de ciencia ficción que, a pesar de lo modesto de su producción y de haber quedado algo olvidada tanto por los fans del género como por los cinéfilos en general, merece ser revisitada por lo actual de su mensaje. Joe Morton realiza un trabajo excepcional con un personaje cuya inocencia y desconocimiento de las normas del mundo al que cae —literalmente— del cielo, nos invita a reflexionar sobre las barreras absurdas que construimos en nuestro día a día en base a etiquetas que no tienen ningún valor real.



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