Cómo crear una novela
pensando en el mercado digital y en este siglo XXI
por Javier Cosnava
En este artículo voy a explicar cómo creo los libros que
actualmente cuelgo en la plataforma de Amazon. Se trata de sagas literarias de
varios volúmenes que, desde final de febrero pasado del 2014, se han convertido
en la principal forma de expresión artística para un servidor. Pero antes
conviene explicar cómo me decidí por el mercado digital.
La explicación es sencilla. Como todos los escritores, el
sueño de mi vida era publicar en una gran editorial. En octubre de 2012 lo
conseguí publicando “1936Z la guerra civil zombi” en Suma de Letras. Algún día
haré un artículo más extenso explicando mis sensaciones durante mi estancia en
esta editorial. Sólo os diré una cosa: mi novela es una novela de autor en la
que no aparecen muertos vivientes, dado que aludo con la palabra zombi a
personas embrujadas por ritos vudú. No hay gente podrida sino brujos que vuelan
por el aire, sacrificios de gallinas y todo lo que podáis imaginar en torno a
esta religión haitiana, pero en el contexto de la Guerra civil española y al
objeto de explicarla para las jóvenes generaciones desde el fantástico y la
literatura de autor de una forma original y rompedora. El concepto era
innovador y, por uno de esos azares de la existencia, alguien dentro de la
editorial se lo leyó, llamó su atención y me ofrecieron un contrato. Ignoro qué
persona dentro de la editorial se lo leyó dado que jamás contactó conmigo y lo
debió dejar en manos de algún subalterno dentro de la editorial para que la
publicase. Durante nueve meses estuve en contacto con al menos 10 personas de
la editorial, sin contar correctores. A excepción de estos últimos, que se
habían en efecto leído la novela y por cierto hicieron una labor excelente
enseñándome muchas cosas acerca incluso de defectos de mi estilo y terminando
por dejar el libro con una calidad excelente… A excepción decía de los
correctores, no conocí a nadie en la editorial que hubiera leído mi novela...
es más, no encontré a nadie que supiera de qué iba la novela. Todos cuantos
hablaban conmigo pensaban que en la novela salían muertos vivientes, que era
una novela más o menos emparentada con el género Z tradicional y acabaron
poniéndome una portada en la que aparecen en primera línea 4 muertos vivientes
y varias decenas al fondo. A pesar de cometer un error de estas dimensiones,
nadie en la editorial se dio cuenta, porque nadie sabía ni siquiera cuál era el
argumento de la novela, a saber: que no iba de muertos vivientes y que no tenía
ninguna relación con el género zombie tradicional.
Los que
me conozcáis un poco por las redes sociales observaríais que no hice
presentaciones, más que una en Barcelona y otra en Asturias buscando además
días extraños para que hubiese la mínima gente imprescindible, y aunque había
durante meses preparado una campaña de marketing y tenía ya por entonces más de
6000 seguidores en Twitter, a los pocos días dejé de tuitear nada de 1936Z. Lo
cierto es que cada vez que veía la portada se me caían al alma a los pies y,
todavía más, me preguntaba qué sentido tiene publicar con una editorial cuando
ni tu propio editor ni nadie con el que intercambias mensajes tienen ni la
menor idea de qué va tu novela y no se la ha leído.
Una idea
comenzaba perfilarse mi mente, y está era: no quiero seguir publicando en una
gran editorial salvo que llegue a ella a través de ventas. Si llegas una
editorial a través de ventas en Amazon o en cualquier otro lugar, país o
situación, eres alguien. Si llegas porque les ha gustado tu manuscrito, por
calidad literaria, porque has tenido suerte la elección del tema...etc. Te
tratan como si fueras ganado, como si no valieras nada. Eres uno más de la
legión que lanzan para ver si uno vende de casualidad.
Sólo a
otro apunte para que lo entendáis: yo detecté en marzo que la portada estaba
equivocada, que había muertos vivientes en ella cuando en la novela no salen.
Mandé siete mails a mi editor sobre este asunto y dos al director de la
editorial. El director jamás me respondió y mi editor me respondió un par de
veces diciendo que yo no tenía nada que ver con ese asunto y ni siquiera
terminaba de leerse mis mails de tal forma que, a día de hoy, y esto os lo puedo
decir con la mano en el corazón: la propia gente de la editorial ignora que se
equivocaron en la portada, dado que no se leyeron mis mails explicándoles que en
la novela no salen muertos vivientes y no se habían leído la novela con lo cual,
cuando salió editada, a nadie le extrañó que aparecieran muertos vivientes en
la susodicha portada en lugar de brujos, danzas rituales y gente embrujada
(pero viva, no cadáveres andantes como en la portada). Con una hora de PhotoShop se podrían haber arreglado las figuras
desmembradas, los huesos al aire y los gestos de los protagonistas en primera
línea de portada para que no pareciese muertos vivientes, pero como la
editorial no se leía mis mails esto jamás sucedió.
Primer planode la portada 1936Z con cadáveres andantes con los huesos al aire, las tripas a fuera, andares torcidos y demás signos típicos del muerto viviente |
Así
pues, para mí estaba claro. No quería volver a publicar en una gran editorial a
no ser que llegase allí por ventas, tuviesen un interés económico en mi persona
y yo pudiese influir en la toma de decisiones o cuando menos se leyesen los
mails que les enviase. Eso hizo cambiar mi forma de escribir. Hasta entonces yo
era un escritor de novela de autor, mi primera novela (aún inédita) tarde tres
años en escribirla a pesar de que sólo tiene 220 páginas. La propia novela que
publiqué en Suma de Letras tarde casi un año en escribirla. Me gustaba pulir
cada párrafo, trabajar de forma intensa e incluso dolorosa todos los aspectos
de mi literatura y la forma de lo escrito primaba sobre el fondo. Aún me gusta
esa forma de literatura y recientemente, justo antes de ponerme con las sagas
para el mercado digital, termine mi segunda novela en ese estilo (o tercera si
contamos 1936Z). Una vez satisfecha mi parte más artística pude entregarme a hacer
lo que algunos de forma peyorativa consideran novela popular. Pero es que yo
soy un gran seguidor de la literatura popular y tanto leo a Proust o a clásicos
decimonónicos como novelas de Star Trek o policiales históricos. A pesar de
cultivar en ocasiones una literatura más de autor me encanta la literatura
popular y siempre había querido dedicar a ella parte de mi producción. La
literatura de autor sólo se puede realizar pegado a la pantalla o a la máquina
de escribir, desbrozando cada línea, luchando por cada metáfora... la
literatura popular es todo lo contrario, porque es todo ritmo, velocidad en la
ejecución de ideas, es como una historia que le cuentas a un amigo delante de
una hoguera para infundirle terror. Tiene que causar emoción, no es una
actividad artística, es otra forma de actividad literaria, por cierto mucho más
disfrutable para un escritor que la literatura de autor. Es algo hermoso en su
sencillez, y precisamente por ser algo sencillo (en lo formal), hacerlo bien y
que llegue a los demás es terriblemente complicado.
Y la
complicación principal para mí fue la de ser capaz de crear una forma de
escritura radicalmente opuesta a la que de forma habitual realizaba. Para ello
miré en mi interior y busqué aquellas cualidades de las que pudiera valerme
para construir relatos entretenidos. Tras hacer varias pruebas me di cuenta de
que debía explotar la característica esencial de mi personalidad: yo soy muy
extrovertido, muy hablador, un orador nato con mucha imaginación. Escribir no
tiene nada que ver con todo esto… ¿O si? ¿Y si fuera cree capaz de crear
novelas a partir de la voz? ¿Si fuese capaz de trasladar mi inclinación a
contar anécdotas con los amigos?
Ese fue
el inicio de razonamiento que nos conduce al ahora. Luego sólo hubo que ir
haciendo pruebas y desarrollándolo pero había descubierto mi sistema para
escribir literatura popular:
Escribo
con un micrófono.Uno de los micrófonos que Javier Cosnava usa para escribir. |
Pero no
sólo uso micrófonos. Escribo con cuatro atriles a mi alrededor y constantemente
estoy improvisando, actuando y contando historias al micrófono como si fuera
ese amigo imaginario que me oye contar historias de terror, o de fantasía, o
históricas, alrededor de una hoguera.
Los
atriles me sirven de apoyo, pues en ellos está la información que uso para
continuar mi narración sin pausas.
Atril 1 |
En el
atril número uno están los detalles principales de la novela impresos en
folios. Los personajes y sus nombres, sus edades, su aspecto físico y el
esquema de toda la saga, incluyendo quienes morirán a lo largo de la misma y en
qué libro, aparte de detalles muy generales para que no cometa el error, por
ejemplo, de cortar la mano derecha a un personaje que luego ha de combatir a
espada en un libro posterior para salvar su vida.
Atril 2 |
En el
atril número dos están los detalles de la vida privada de la época. Yo soy un
devorador de libros acerca de la historia de la vida privada: me interesa mucho
saber cómo pensaba la gente en la antigüedad, que vestían, a qué jugaban, y
sobre todo cómo actuaban en el día a día. La mayor parte de las novelas
históricas que se publican (casi todo lo que escribo es histórico, o policíaco
histórico, o romántico histórico, etc.) están escritas por autores que no
conocen la historia. Y todavía menos la historia de la vida privada. Muchos
aciertan en los vestidos, en cómo eran las calles de Roma, por ejemplo, pero se
equivocan en la forma de actuar de las personas, en cómo se trataba las mujeres,
cómo se trataba los esclavos, en cómo eran las relaciones sexuales, maritales,
el trato con los animales, los tenderos… Yo dedico un atril a todo lo
relacionado con la vida privada de las personas, y creo que eso se nota en mis
novelas.
Atril 3 y 4 |
En el
tercer y cuarto atril está los folios, y los libros a veces, que tratan el tema
de la novela, si es la Segunda Guerra Mundial y estamos en la batalla de
Francia, tendré hojas que expliquen detalles del asalto a la Línea Maginot,
como era la aviación francesa o la alemana, etc...
Estas
hojas las suelo confeccionar subrayando con el libro electrónico aquellos
aspectos de los libros que me leo, que pienso serán adecuados meter en la
novela. El libro electrónico (kindle) crea un archivo automático que se llama
recortes. Lo imprimo y lo utilizo en estos atriles. Hay dos porque en ocasiones
se forma mucha información o, lo que es más común, acabó utilizando el segundo
de ellos para los detalles biográficos, para no equivocarme en qué color de
pelo tenía 1939 el general Rommel o un sin fin de detalles que es imposible
recordar de memoria. Porque la base de este sistema es actuar, la
improvisación.
A menudo
escribo con los ojos cerrados, sólo los abro cuando tengo una duda sobre,
siguiendo el ejemplo anterior, el color del pelo en su juventud de cierto
personaje histórico o qué tipo de ropa interior llevaban los alemanes de la
década de los 30. Reviso mis hojas, en ocasiones consulto libro electrónico o
libros en papel, pero normalmente procuro que nada frene la improvisación más
de 30 segundos o un minuto a lo máximo. Consigo la información y continuó
narrando con los ojos cerrados, los atriles a mi alrededor y el micrófono a
medio metro de mi boca colgado de la segunda estantería: a la altura por cierto
y como anécdota de una biografía de los Reyes Católicos.
Este
sistema, aparte de que te permite terminar una novela de 200 páginas en menos
de dos meses (en algún caso he tardado un mes) dota a tus escritos de un ritmo
natural.
¿Qué es esto?
Muchas
veces, cuando escribes tienes que contar algo y estás enfebrecido tratando de
contarlo, sentado delante del ordenador y tecleando, sin control real de lo que
está saliendo de tus dedos porque no lo oyes. Cuando estás escribiendo por voz
te das cuenta de que un párrafo o una explicación están durando demasiado, de
que una situación no se sostiene, de que un personaje no resulta creíble. El
sonido de tu propia voz es totalmente distinto de escribir tecleando y para
crear libros que emocionen al lector es infinitamente mejor (para mí, por
supuesto, cada autor y cada maestro tiene su librillo, como dice el dicho).
Cuando
he terminado el manuscrito llega al momento de corregir. Yo realizo dos
correcciones. La primera la realizo a mano sobre lo que he escrito. A menudo,
aunque yo utilizo la última versión de un conocido programa para escribir por
voz (Dragón Speaking) lo cierto es que todos cometemos errores al hablar,
montamos palabras, y otras sencillamente el ordenador se equivoca con las
polisemia. Para él es lo mismo escribir “halla” que “haya” dado que se
pronuncia igual y ello provoca a veces errores de ortografía terribles. Por eso
esta segunda fase es muy importante, aunque a nivel literario no aporta nada, o
casi nada. Sencillamente arreglas las frases, y modificas cualquier error que
has cometido al hablar, no solo ortográfico, ya que la improvisación hace que a
veces digas cosas que una vez leídas no quedan bien, profesionales, en el
lenguaje escrito. También es cierto que llevo ya nueve novelas escritas por voz
y cada vez los errores son menos, ya que conozco en qué palabras se equivoca el
programa, conozco mis propios errores de ocasiones anteriores y lo cierto es
que a veces llego a escribir páginas enteras sin un solo error, aunque también
es verdad que, como en todo en la vida, en la página en la que me equivoco me
equivoco en 25 cosas, pero para eso está la segunda corrección, para pulir
errores.
La
colección más importante es pues la segunda, y de nuevo es por voz. Como yo soy
un escritor que de forma natural tiende a la literatura de autor, a la
digresión y a los párrafos trabajados, la voz, la improvisación, es fundamental
para este nuevo tipo de literatura. Lo entendí rápido y por ello comencé a
realizar esta segunda corrección también por voz. Compre unas voces de alta
calidad para el ordenador (son las mismas que vienen por definición en
cualquier ordenador pero algo más perfectas de tal forma que apenas se
distinguen de la voz humana). Y entonces, de nuevo con los ojos cerrados,
escucho mi novela narrada por el ordenador con la voz electrónica. Esto sirve
para dos cosas: Por un lado adviertes errores que con la vista no habías
percibido. A veces has escrito “fuimos a ver las casa de nuestros amigos”. Has leído la frase 100 veces y no te has
dado cuenta que la palabra “casa” está en singular. Como tú sabes que tiene que
ir en plural el ojo de forma instintiva ve lo que no está escrito. Pero el oído
no engaña, cuando escucho pronunciar "las casa" inmediatamente le doy
a la tecla de parar, (F7 en el programa que uso). Entonces me siento y arreglo
el error. Pero lo más importante es la segunda función de esta última
corrección y es eliminar de nuevo lo más importante para mí en la literatura
popular: la falta de pulso, de ritmo narrativo. Al oír tu novela de forma
seguida y durante horas encerrado (esta fase se tiene que hacer en un día o dos
de trabajo intensivo) adviertes hasta el menor error en el ritmo, cualquier
párrafo o capítulo demasiado estirado o aburrido, todos los errores desfilan
ante ti de forma perfecta. Es como ver una película de cinco o 10 horas que
tiene que conseguir el mágico efecto de no hacerse aburrida ningún momento a
pesar de su extraordinaria duración. Esta última fase es la más delicada de
todas y la única que puede obligarme a sentarme a reescribir algo. Si al oír la
novela descubro que algo no funciona hay que reescribirlo. La fase de
corrección a través de la vista y tecleando es sólo consultiva. En esa fase,
aunque algo no me convenza se queda como está dado que he descubierto que en la
literatura popular el sistema de trabajo funciona a través del oído, mientras
en la literatura de autor lo hace a través de la vista. Dos formas de escribir,
dos universos distintos y ello ha dado precisamente en crear dos autores
diferentes, uno que hace una novela más por comercial y popular y otro que hace
una novela de autor.
Lo
cierto es que estoy viendo unos años prolíficos, de una gran felicidad a nivel
personal y profesional, porque poder crear en dos meses un producto del que te
sientes plenamente satisfecho es algo que no habría soñado nunca y todo se lo
debo a escribir por voz. Tanto es así que me entra una enorme pereza ante la
idea de volver a escribir literatura de autor, que es mucho más dolorosa de
hacer, y a menudo mucho menos recompensada porque hay muy pocos lectores para
este tipo de literatura. Por suerte, yo soy un enamorado de la literatura
popular y he conseguido gracias a este extraño sistema basado en la
multiplicidad de atriles, en el uso del micrófono y la tranquilidad de vivir en
la montaña asturiana, unos resultados que a mí me satisfacen totalmente.
Viva la ventana secreta!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarUn artículo muy interesante :D Gracias por compartirlo con nosotros ^^
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias a ti, Lucía, por leerlo e interesarte en mi proceso creativo !!!
EliminarUn gran artículo !!!
ResponderEliminarGracias Franky !!!
EliminarInteressnte documentos nos muestras javier. Ha sido un placer. Leerte hasta el final
ResponderEliminarGracias.
Interesantísima la información que nos proporciona Javier Cosnava. ¡Es un genio andante! Saludos cordiales.
ResponderEliminarDetallada exposición de un muy original y prometedor método expuesto por un experto en el tema. Muchas gracias por comparirlo.
ResponderEliminar