por Daniel P. Espinosa
danielpespinosa.wordpress.com
Ya sabéis que
siempre se habla de si un escritor usa brújula o mapa, y de cuál es el método
de escritura que utiliza, y miles de preguntas más que buscan ubicarlo en una
casilla concreta. Sin embargo, con el paso del tiempo me he ido dando cuenta de
que, de la misma manera que evoluciona el estilo y los temas de un autor, sus
métodos para escribir no dejan de cambiar. Al fin y al cabo, es parte del
propio proceso de aprendizaje de la escritura, además de parte del cambio al
que toda persona está sometido en su vida. Como ejemplo, he de decir que yo
comencé utilizando esquemas muy detallados, y que sin embargo ese modelo ya no
me sirve porque ni soy el mismo ni escribo las mismas cosas. Vamos a ver si os
los puedo contar los patrones que uso en mis procesos creativos.
Por partes. ¿Cómo surgen las ideas?
Antes de
empezar a escribir Aplaudan al salir,
mi primera novela publicada, usé un método muy extendido: el brainstorming. Es muy eficaz y sencillo.
En resumen, consiste en coger una hoja en blanco e ir apuntando frases con
conceptos de novela, sin censurar ninguna, por absurdas que parezcan. Es un
proceso liberador en el que, cuantas más frases se escriben, más creativo se
vuelve uno. Después de tener diez, veinte o treinta es cuando dejamos el
bolígrafo y analizamos si hay alguna que merece la pena. Así apareció el
concepto que quería desarrollar en mi novela: una persona descubre que el mundo
a su alrededor es un escenario y que tanto él como sus conocidos son actores,
atados a un guion que se repite eternamente.
Una vez que tenemos la idea, es cuando llega lo difícil.
Tardé unos
tres años en escribir la novela. Por aquel entonces, hace ya casi diez años, yo
llevaba toda la vida escribiendo solo cuentos, aparte de algunos intentos de
novela que no pasaron de cuento largo. Por tanto, al principio adaptar mi
proceso de escritura a algo más extenso me costó. Eso se nota en el estilo de
la novela, que es conciso y rápido, lo cual reconozco que no me disgusta. En
cualquier caso, el tiempo que me llevó hacerla se debe a que Aplaudan al salir es una novela
compleja, con muchos elementos metaliterarios (un personaje que sabe que es un
personaje) y unas cuantas ideas filosóficas de esas que lleva uno rumiando toda
su vida: qué es real, si de verdad repetimos todo lo que hacemos, etc. Tuve que
experimentar mucho con la estructura. Más aún, y aquí es donde está la clave de
mi “método”, tuve que reescribir la novela entera tres veces. Lo curioso es
que, con el tiempo, este procedimiento de reescritura se ha demostrado
fundamental para mi literatura. Cuando algo no me convence, me he dado cuenta
de que lo que mejor me funciona es archivarlo (yo nunca tiro nada) y empezar de
cero. Esto sirve para un párrafo, para un capítulo o incluso para una novela
entera. Cuando lo cuento, a muchos les parece una aberración y un desperdicio,
pero es mucho más fácil y rápido reescribir de cero que modificar párrafos y párrafos,
que no hacen más que ensuciar lo que debería ser limpio y eficaz. En la primera
versión de Aplaudan, de hecho, el
protagonista era otro. Una vez que terminé esa versión, me di cuenta de que
aunque Aldo era un personaje fascinante (para los que no lo conozcan, Aldo es el
único de ese mundo teatral que sabe que es un actor y que además es capaz de
modificar los sucesos cotidianos, como un pequeño dios), no tenía suficiente
peso como para ser protagonista. Por eso, en las dos versiones siguientes, se
convirtió en secundario. Y estoy muy contento con esa decisión, porque mucha
gente me ha dicho que les encanta ese personaje.
Un caso más elaborado es el de Nekromanteia, mi siguiente novela, esta una historia de terror y fantasía centrada en la nigromancia y los grimorios auténticos. También en ella apliqué el método de la reescritura. Surgió solo con la intención de escribir una historia de magia oscura en la época actual, sin una idea concreta de trama en la cabeza. De hecho, al principio el protagonista no era un nigromante, sino que esa decisión llegó después, cuando ya tenía casi completa la primera versión.
Para escribir Nekromanteia seguí un método distinto. Los que me conocen saben que soy muy aficionado a los juegos de rol, y que me encanta escribir historias que luego juego con mis amigos. Y, adivinad, Nekromanteia nació como una partida de rol. Lo primero que me vino a la mente fue la escena del tanatorio, en la que se velaba a alguien conocido por Loss, el nigromante protagonista. No sabía ni quién era ni qué había pasado, pero la imagen me resultó muy atractiva. Eso originó la partida, que luego evolucionó hacia algo más complejo. Cuando empecé a jugarla con mis amigos decidí ir escribiendo de forma paralela una novela que desarrollara los acontecimientos de la partida, aunque solo con el enfoque de un protagonista, no de un grupo de personajes, y consciente de que la historia iba a variar. Durante unas semanas, la novela y la partida fueron más o menos paralelas, y escribía como historia lo que pensaba que iba a ocurrir en el rol, complementándose ambas mutuamente. Luego llegó un momento en el que ambas ya derivaban por caminos distintos; en una partida de rol uno no controla lo que hacen los jugadores, y en una novela sí (o al menos se convence de ello). Allí terminó todo paralelismo y nació Nekromanteia.
Durante el proceso de escritura posterior seguí avanzando la historia, pero a ciegas, sin saber bien dónde iba, explorando sucesos y creando antagonistas y tramas. Aparecieron personajes clave, como la amante muerta del nigromante, la secta que lo persigue, las entidades espectrales que luego darían origen a las larvas... Fue así hasta que llegué más o menos a las tres cuartas partes de la historia y decidí que ya tenía claro qué iba a pasar. Entonces “archivé” esa versión de la novela (para olvidarla y así tener libertad creativa) y empecé a diseñar de manera muy meticulosa la que sería la trama final.
Usé dos técnicas muy eficaces: los mapas mentales y los cronogramas.
Mapas mentales Nekromanteia |
A partir de
este árbol fui definiendo las tramas principales, y conectando personajes y
eventos. Es un proceso creativo en sí, como un brainstorming pero organizado, y
ayuda a que surjan ideas a las que, de no hacerlas sobre papel, no llegaríamos
o se nos dispersarían. De esa forma aparecieron las larvas, esos muertos que en
vida fueron personas ancladas por su propia violencia y maldad y que se
convirtieron en espectros que acosan sin descanso a los vivos, y que juegan un
papel clave en la novela. También aparecieron personajes y tramas nuevas, como
Darren, el desagradable necrófilo que aspira a ser nigromante, Fetsom, el policía que ansía meter la cabeza
en los secretos de Loss, y nuevas tramas, el personaje sin nombre, alto y
vestido con ropas sucias, de aspecto sobrenatural, que busca a Loss en momentos
claves para amenazarlo y recriminarle cosas que solo están en su cabeza, o la
bruja Erictho, una vieja a la que solo se puede visitar en el crepúsculo, y
únicamente si ella quiere ser visitada, y que siempre profetiza, aunque no se
desee.
Una vez que tuve el mapa mental, de letra menuda y muy extenso, realicé un cronograma. Dibujé tres columnas verticales: una para los acontecimientos del protagonista, otro para los eventos de los antagonistas, y otra para eventos del entorno. La idea es escribir una línea por cada evento, y en paralelo indicar qué hacen en ese momento los antagonistas o el entorno. Con eso, vamos avanzando hacia abajo y añadimos las hojas que necesitemos. Al final, lo que tenemos es un esquema con todos los eventos de la novela, pero con una visión en paralelo de los principales protagonistas. Por supuesto, amplié el cronograma según fui escribiendo. Fui añadiendo eventos intermedios, e incluso algún personaje más que apareció cuando me di cuenta de que vendría bien ampliar cierta trama. El resultado lo podéis ver: unos manuscritos indescifrables de letra diminuta que, sin embargo, me resultaron imprescindibles para no perderme.
Nekromanteia fue, por tanto, una novela que comenzó con brújula, es decir, avanzando por intuición y sin esquema, y que fue terminada con un mapa detallado. Requirió un trabajo exhaustivo durante la escritura y después, porque su proceso de corrección y ampliación fue muy extenso. Reescribí mucho, pero también añadí mucha documentación. Quería que la magia se basara en la magia “real”, es decir, en los grimorios auténticos que han ido escribiéndose a lo largo de los siglos, como el Lemegeton, el Grimorio del papa Honorio, etcétera.
Sin embargo, aunque
para Nekromanteia lo usé, para mis
siguientes novelas me di cuenta de que el método de mapa me resultaba muy
restrictivo. Coartaba mi creatividad. Actualmente tengo dos novelas más
terminadas y estoy trabajando en una tercera. Una es de temática kafkiana con
enfoque irónico, la cual está pendiente de una corrección a fondo, y tras eso
espero publicarla. La otra se ambienta en la Edad Media europea, con hechicería
y demonios como temas centrales, y pronto espero poder dar buenas noticias
sobre ella. Sobre todo para esta última, el método que usé fue uno intermedio,
con el que estoy muy a gusto.
Paso a detallároslo, ya que estamos en ello.
Lo primero de
todo, decir que esta novela surgió de un cuento que escribí para la antología Historia se escribe con Z, antología
coordinada por Daniel Gutiérrez y publicada por Kelonia editorial. El cuento se
titula Plaga de Dios, y me gustó
tanto el protagonista como el concepto, que empecé a escribir la novela de
forma inmediata. Primero busqué un nuevo conflicto en el que cupiera el cuento,
pero mucho más amplio. Después resumí ese nuevo conflicto en una frase larga.
Esto es una recomendación de muchos autores y profesores de escritura, y doy fe
de que es muy útil para aclarar las ideas. Si no puedes resumir tu novela en
una frase, es que no tienes claro qué escribir, y si no lo tienes claro, el
resultado será confuso. Tras este primer paso definí a los protagonistas, a los
antagonistas y sus conflictos. Después hice un esquema breve con los puntos
clave por donde quería que avanzase la novela. No muchos, los suficientes como
para no perderme. Es como si uno planifica un viaje a París diciendo que le
resulta imprescindible visitar el Louvre, la Torre Eiffel y la catedral de
Notre Dame, pero deja sin definir el resto porque quiere estar abierto a nuevos
descubrimientos. Pues esto es lo mismo. Como resultado, la novela fue definiéndose
sobre la marcha; aparecieron nuevos personajes, se crearon tramas relacionadas,
cobraron sentido ciertos conceptos que no estaban claros. Fue muy divertido.
Por supuesto, esto tuvo una consecuencia: cuando la novela hubo avanzado lo
suficiente, me vi en la necesidad de volver atrás para integrar todo lo nuevo
que había aparecido. Como había metido algún personaje nuevo, tuve que
mencionarlo previamente, o como añadí motivos adicionales para ciertas
búsquedas de los protagonistas, lo mismo. Que nadie se piense que una novela se
escribe de un tirón y ya está. Siempre hay que corregir, sea para añadir estas
cosas o para darnos cuenta de todas las veces que hemos repetido una palabra en
un mismo párrafo.
Además de completar esta revisión hacia atrás, añadí nuevos capítulos y modifiqué la estructura para hacerla más fluida. Una vez realizados todos estos pasos, me sentí más a gusto con lo que estaba haciendo. No fue algo planificado; tan solo vi que necesitaba hacerlo para poder seguir adelante. Continué escribiendo y, entonces, cuando me faltaban pocos capítulos, sí precisé un esquema más detallado. Los últimos tramos de una novela son claves y todo debe encajar como un mecanismo minucioso, y por eso vi con claridad que debía tener una guía detallada. Invertí unos días en hacerla y, con eso, la escritura se enfocó hacia donde debía, con celeridad y precisión.
Y ya está.
Como veis, he ido evolucionando en a la vez mi estilo y en mis historias. Para
la novela en la que estoy trabajando ahora, también de fantasía medieval, aplico
este mismo criterio. De hecho, en este momento, con doscientas páginas
escritas, estoy en un período de pausa y ampliación de las tramas de fondo y de
los personajes secundarios, para darle coherencia y profundidad a lo que ya hay
y a lo que vendrá. Y reestructuraré, añadiré capítulos y reescribiré párrafos.
¿Por qué no lo hice antes? Porque no lo he podido ver hasta que no he avanzado lo
suficiente, a pesar de todo el tiempo que había invertido antes en la
preparación. Y os aseguro que, en esta última novela he pasado meses documentándome
y esquematizando la trama.
Ah, que no se nos olvide: lo último es la fase de corrección. Qué deciros aparte de que es imprescindible. Aquí no valen excusas; se corregirá más o menos, pero algo hay que corregir. Yo soy muy perfeccionista y dedico siempre meses a ese proceso. Calculo que, como mínimo, una cuarta parte del tiempo invertido en mis novelas ha sido para corregirlas y reescribirlas. Puede ser muy tedioso, sobre todo cuando reescribes o cambias por cuarta vez lo mismo, pero os aseguro que es necesario. Yo siempre hago una primera fase a nivel de trama, ritmo y personajes, y luego estilo. Después la dejo reposar un tiempo, y entonces la retomo y hago nueva corrección de todo lo que haga falta, hasta que puedo realizar una lectura de corrido de la novela sin encontrarme frases o conceptos que me choquen.
En fin, esto es casi todo. Hay muchas más cosas. Sin embargo, esas deberéis descubrirlas por vosotros mismos. Espero que mi aportación os haya resultado útil.
El placer ha sido todo mío. Me alegra haber podido aportar mi pequeño montoncito de arena. Un abrazo.
ResponderEliminarUn artículo muy interesante. Siempre mola ver los métodos de otras personas. Siempre se aprende algo nuevo.Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Emilio. Me alegra saber que te ha sido útil. ¡Un abrazo!
EliminarMuy interesante, ¡me ha gustado mucho! Sobretodo la metodología "mapa" de Nekromanteia, que bien podría servir (e incluso sería obligatorio) para una novela negra o de misterio. Yo soy DEMASIADO de mapa. Me planifico el argumento entero antes de empezar a escribir y luego escribo con el guión (a veces incluso muy detallado) al lado. Eso, como tú dices en una parte del artículo, puede cohartar la creatividad. Algún día debería atreverme de nuevo con la brújula... a veces un argumento lo pide a gritos
ResponderEliminar¡Mil gracias, Víctor! Prueba esa brújula, aunque sin perder de vista los puntos clave de tu mapa. Verás cómo te resulta muy útil. Un abrazo.
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